Vixca Palència!
La Firma de Borja Barba
Vixca Palència!
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Palencia
Yo había venido hoy aquí a hablarles de algo pero, me van a perdonar, se me ha olvidado de qué. Creo que tenía medio pergeñada alguna historia sobre el Geoparque de Las Loras, o algo así. Pero el caso es que el pasado martes, a eso de las cinco de la tarde, la fuerza de la naturaleza decidió que era el momento de recordarle a la sociedad española quién manda aquí. Y, de repente, se desató el desastre. En apenas minutos, la furia de la DANA en la Horta Sud valenciana dejó tras de sí el mayor desastre natural que haya conocido cualquier español vivo.
Decía Winston Churchill, a quien pocas cosas podríamos discutir como estadista, que nos ganamos la vida con lo que obtenemos, pero construimos una vida con lo que damos. No tardó mucho la sociedad palentina en ponerse manos a la obra para tratar de paliar, desde la distancia, los efectos de ese apocalipsis torrencial.
Pocas cosas en esta vida me conmueven más que la solidaridad y la vocación de ayuda al prójimo. La capacidad de sentir el dolor ajeno como propio y de comprender que, ante la desgracia, es deber moral reconfortar a quien sufre. Me emociona la unión de personas sin afinidad aparente trabajando por un objetivo común. Hacer país es acercarse al supermercado para comprar unos pañales y un bote de gel de ducha a unos desconocidos. Hacer país es ponerse a colaborar, codo con codo, con alguien a quien ni siquiera te han presentado para apilar cajas repletas de esperanza. Hacer país entre todos es cuestión de tener distintas ideologías, pero una misma idea.
Incluso en estos momentos hay quien se obstina en buscar culpables antes que soluciones. Quien mide sus pasos y sus palabras con extremada cautela porque sabe que hasta lo más trágico se puede convertir en munición. Quien prefiere ampararse en la torpona maraña competencial impuesta por la elefantiásica administración del Estado de las Autonomías antes que ponerse a hacer aquello por lo que cobra y para lo que ha sido elegido: poner soluciones.
No sé si esto habrá sido suficiente para apagar y encender España, como haces con el router cuando no te carga un vídeo en YouTube. Pero sí quiero creer que, entre tanta desgracia, entre tanta miseria moral, el mensaje de solidaridad y comunión trasladado desde el Frontón de la Ensenada, y desde tantos otros puntos de la geografía palentina, no se terminará evaporando con el paso del tiempo. Porque el futuro llega, pero no se construye solo.