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Opinión

A dar el do de pecho

La columna de Rafa Gallego: A dar el do de pecho (08/11/2024)

León

Hace ya años que estoy convencido de que soy la peor persona del mundo. Hubo un tiempo en el que me creí buena persona. No voy a decir la mejor, pero sí una buena persona. Ahora ya sé que no es que sea mala persona, es que soy la peor persona del mundo y mis sentimientos ponzoñosos y negativos lo subrayan a cada instante. Verás: es en relación con el movimiento de solidaridad que se ha desatado en relación con la catástrofe.

Lo primero que me pasa es que me cansa oír tantas veces Valencia y casi nunca Castilla La Mancha. Ya sé que eso es por la magnitud del horror, que no es comparable en número lo que ha ocurrido en un sitio y en otro y que quizá sea insignificante la desesperación y laangustia de quienes son menos frente a los que son más. Pero mi sentir ponzoñoso y negativo me hace pensar que tal vez todos los desastres sean iguales. También me pasa, aunque concedo que eso me pasa muy poco, que no me gusta oír lo de solidaridad con los efectos de la DANA. Es como si nos apuntásemos al desastre por su oportunidad. ¿Acaso no será solidaridad con las personas y no con la DANA o sus devastadores efectos? Pero este es un tema menor, aunque abre una espita a mi sentimiento negativo y ponzoñoso, porque me da por pensar que hay personas que, quizá sin saberlo, están utilizando esta enorme desgracia para sentirse bien y que realmente a lo que se apuntan es a lo benéfico por lo que tiene de compensador. Pero ese es un pensamiento de mala persona.

Cuando era buena persona me daba cuenta de que me hacía sentir muy bien hacer cosas buenas hasta el punto de que llegué a pensar que me obligaba a mí mismo a hacerlo así para sentirme de ese modo. Como quien usa drogas para superar un problema o para exprimir un día de fiesta y queda atrapado en la red sin red de la dependencia. Hacer el bien es ser egoísta, le dije a un amigo cura cuando tenía catorce años. Él me habló ese día de que lo que cuenta no son los actos, que lo importante no es la conducta, sino lo que motiva esa conducta, el sentimiento que mueve a la acción. Y ahí se me abrió el melón de la maldad en el que he ido profundizando seriamente casi toda mi vida hasta construir este momento en el que me considero la peor persona del mundo y lo confieso aquí públicamente, porque no quiero hacer nada que pueda hacerme sentir bien, no vaya a ser que sea un egoísta.

He visto fotos en las redes de personas orgullosas mostrando la ayuda que están aportando para mitigar el daño que las inundaciones han provocado. Alguna imagen de gente de aquí de León que se muestra junto a su familia reivindicando unos valores que son los valoresde la bonhomía y la solidaridad. Yo reivindico la solidaridad, pero dudo de la bonhomía. Y ya que no se paró el fútbol, que se pare la manifestación por el futuro de León. El cielo puede esperar.