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Pakito Alonso, premio al Compromiso

La Desafío Urbión tiene en él tanto a un gran trabajador que tira del carro como un gran atleta que levanta a la afición

Pakito Alonso: COMPROMISO. / Cadena SER

Soria

Hay un dicho castellano que reza “quien mucho abarca poco aprieta”. Pero otro dice que “la excepción confirma la regla”… Atendiendo a ambos, un tras otro, un nombre propio salta a la palestra: Pakito Alonso. Uno de los cuatro ‘locos’ (siempre con cariño) detrás de la Desafío Urbión, esa carrera de montaña que nació con carácter local, comarcal, hace 11 años y cuyo crecimiento ha sido exponencial, hasta ser este pasado mes de septiembre todo un Campeonato del Mundo de SkyRunning: Andrés Cámara, Javier Giménez, Vidal Herrero y Pakito Alonso han obrado ese milagro.

Pero si destacamos a este último es por la añadidura de no sólo estar al pie del cañón, de principio a fin, en materias organizativas, sino también por estar en la línea de salida cuando toca dar el pistoletazo a la carrera y, además, rindiendo a alto nivel, no muy lejos de los grandes especialistas nacionales e internacionales que se dan cita en cada competición.

En el palmarés de Pakito (leonés de Villablino, de nacimiento, pero ya un soriano y pinariego más desde hace 13 años), sólo de este año, puede presumir de haber sido 13º en el Campeonato de España de Ultra Trail, Top 50 en Zegama (una de las carreras internacionales más importantes), bronce con Castilla y León en el Nacional de Ultra Trail y, más recientemente, se ha proclamado subcampeón de España de Trail en el Campeonato Nacional Militar de la Guardia Civil.

Cabo de la Benemérita es su profesión. Y tal vez por ese espíritu profesional de servir al prójimo, además de repartir su tiempo entre su familia, su trabajo y sus entrenamientos, como debe ser, es siempre el primero en remangarse para diseñar, organizar y colocar los circuitos, metas, avituallamientos…

Un COMPROMISO que lleva casi al extremo. Valga el ejemplo de este Mundial, en el último de los 3 días de competición, en Covaleda. En la noche del sábado, en la víspera, estuvo hasta la 1.00 de la madrugada colocando banderines y señalizaciones del circuito. A las 6 de la mañana estaba ya de nuevo en la plaza del pueblo, rematando los últimos detalles. Y a las 8.30 en la línea de salida. 3 horas, 45 minutos y 43 segundos después cruzaba la meta, tras sumar 37 kilómetros de carrera con 2.600 metros de desnivel positivo. Casi nada. Esto, añadido al intenso trabajo de toda la semana anterior, con jornadas maratonianas de preparativos para que todo saliera perfecto.

Cuando cruzó el arco de meta en Covaleda, en el sexto puesto de la carrera Open, se llevó tanta o más ovación que cualquiera de los campeones del mundo de ese día. No era para menos. Más que merecido.