Opinión

25 de Noviembre

La Firma de Celia Gabarri

25 de Noviembre

Palencia

Buenos días, ayer fue 25 de noviembre y como cada 25 de noviembre, el feminismo sale a la calle, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Una vez más, las ciudades han sido escenario de manifestaciones que exigen el fin de la violencia machista y la desigualdad. Una violencia que, pese al trabajo institucional y colectivo, está lejos de desaparecer. En lo que va de año, 40 mujeres han sido asesinadas por su pareja o expareja.

En Palencia también salimos a las calles, se leen comunicados, se organizan manifestaciones, se leen manifiestos, pero al igual que sucede en varias ciudades de España se nota la división en las agendas establecidas para este día a raíz de las divisiones del movimiento feminista. Se organizan actividades que se solapan unas con otras en horarios, con lo cual se nos obliga a tener que decidir en qué bando situarte.

Es cierto que la manifestación de por la tarde aglutina a todos los palentinos y palentinas que salimos a las calles este día, pero las actividades de por la mañana todavía dejan constancia de las divisiones que no tiene otros motivos que los trasfondos políticos.

Me da rabia, porque creo que la desigualdad y violencia que sufrimos las mujeres no es algo que debatir, cuando se genera debate, se genera conflicto y esta realidad y lacra social lo único que debe de generar es lucha para erradicarla, es una causa en la que todos y todas debemos remar, no es una opción es una obligación.

Es necesario mostrar los contextos y situaciones en los que las mujeres seguimos siendo subordinadas y maltratadas por ser mujeres y no hombres. Al mismo tiempo, hay que visibilizar la trayectoria de lucha por la igualdad que hemos realizado las mujeres durante la historia. Es necesario avanzar en derechos para que haya justicia y no se retroceda ni un paso en lo que ya se ha conquistado.

Cuando una mujer sufre violencia de género no es su problema, es problema de todos y todas, por ello no podemos dejarlas solas, no podemos mirar hacia otro lado, no podemos identificar las situaciones de violencia machista como algo que es del ámbito privado de la pareja.

Porque si no hacemos nada, si no alzamos las voces, si no las apoyamos, las acompañamos, las escuchamos, ni les damos recursos para salir de la violencia, seguirán sufriendo, seguirán llorando, seguirán aguantando y, algunas, acabarán siendo asesinadas por sus parejas o exparejas tal y como vemos que sucede en muchas ocasiones.

Cuando eres pequeña lo que más temen tus padres es que sientas miedo y todos y todas sabemos que en la vida vamos a tener miedo.

Podemos tener miedo a los ruidos, a las aventuras peligrosas, a los animales, a la oscuridad, a las alturas… hay miles de motivos por los que podemos tener miedo, pero son miedos que nosotras mismas interiorizamos de alguna forma y se pueden superar o evitarlos.

Pero el miedo que se siente cuando eres víctima de un agresor, no es algo interno nuestro, no se supera, no lo controlas, no lo puedes evitar porque ese miedo no depende de ti, te lo genera alguien de fuera.

Es un miedo que además se convierte en tu compañero de viaje, te acompaña siempre.

Tienes miedo a reírte.

Tienes miedo a disfrutar.

Tienes miedo a trabajar.