Sociedad

De estudiar en el colegio de Peñaranda de Duero a ser su maestra casi 40 años: el verbo enseñar en la voz de Conchi Andrés

Creció en una familia de 12 hermanos, estudió en el colegio de Peñaranda de Duero en el que después se convirtió en un referente como maestra de niños, padres y profesores durante casi cuatro décadas

De estudiar en el colegio de Peñaranda de Duero a ser su maestra casi 40 años: el verbo enseñar en la voz de Conchi Andrés

De estudiar en el colegio de Peñaranda de Duero a ser su maestra casi 40 años: el verbo enseñar en la voz de Conchi Andrés

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Aranda de Duero

Hay sonidos que no se olvidan nunca. Son demasiado largos los silencios y las soledades cuando de repente faltan. Hay sonidos y ruidos que nuestra memoria no se acostumbra a olvidar. Sales por la mañana de casa y el pueblo, en su lento retorno a la rutina, empieza a sonar. Los buenos días de los vecinos que se escuchan a veces sin despertarse aún en la garganta. El ruido lejano de tractores y rebaños que se alejan del pueblo hacia otros colores y otros fríos. El saludo de las personas que con agrado barren la acera de la casa. El tañido de la campana del reloj de la torre y el repentino alboroto de las palomas que espantan el frío de la niebla. El caminar alegre de los niños y de las niñas que balancean sus mochilas sobre la espalda en el camino a la escuela. Los encuentros esperados con otros compañeros que canturrean lo aprendido el día pasado para repasarlo, no vaya ser que la maestra les pregunte la lección… y así mientras el grupo va creciendo y se va acercando a la entrada de la escuela, donde les espera la maestra con ganas de enseñar para aprender.

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Con Conchi Andrés viajamos por la memoria de los sonidos de la escuela de pueblo, por los recuerdos de las escuelas que han permanecido a pesar de los tiempos. Por la nostalgia de la entrega en la defensa de una educación de calidad en la cercanía de las vidas. En algunos casos, como el de la maestra que nos acompaña hoy, la palabra escuela, el verbo enseñar, la importancia de aprender, el significado de dedicación va ligado a ella. A quien ha trabajado durante años en la escuela de pueblo, defendiendo el carácter, las ventajas, la peculiaridad y las oportunidades de la escuela rural. Esta es la descripción que nuestro particular maestro en la SER, Ausen Frutos, hace de una día rutinario en cualquiera de nuestros pueblos y que desemboca en la escuela, lugar en el que durante casi cuatro décadas desarrolló su labor como docente Conchi Andres, una “maestrilla rural” como ella misma se define.

"Mi sitio siempre ha sido el aula"

Conversar con Conchi es sumergirse en los recuerdos de la escuela de pueblo pero también en el presente de esos colegios que aún perduran y que han sabido mantener la verdadera esencia de la enseñanza. “Mi sitio siempre ha sido el aula y la escuela con los niños, mi pasión durante toda la vida. He tenido muchísima suerte porque cuando empecé a estudiar, no pensé en hacerme maestra. Hice Magisterio porque en Burgos había una Escuela de Magisterio y algo había que estudiar. La vida después ha ido marcando mi camino y lo he disfrutado siempre”, afirma.

Esta mujer de gesto bondadoso, carácter afable y de expresiones dulces ha desarrollado la mayor parte de su vida en la misma escuela, en la que fue alumna y después maestra, “En el Colegio Rural Agrupado Diego Marín, antes se llamaba de otra manera, estuve cuando fui niña, solo falté en mi etapa en el que estudié Magisterio, e inmediatamente después empecé a trabajar en este centro. Creo que el destino me puso allí”, considera.

Foto antigua en la que Conchi figura

Foto antigua en la que Conchi figura / imagen facilitada

Foto antigua en la que Conchi figura

Foto antigua en la que Conchi figura / imagen facilitada

Maestra de pueblo, nunca de ciudad

Conchi ha tenido oportunidades para salir a colegios de ciudad pero ella siempre se ha definido como una “maestrilla rural". "Yo por ejemplo nunca he querido salir a Aranda de Duero porque me encantaba trabajar en un pueblo. Y una de las razones es porque yo no podía estar en un edificio en el que un señor me dijera que me tenía que ir para cerrar las instalaciones. Yo eso jamás entró en mi cabeza. Yo he tenido siempre las llaves de la escuela. Me daba estar a las 7 de la mañana que a las 9 de la noche. Ser maestrilla rural es un lujo. He podido contar con toda la comunidad educativa porque, por las mañanas tenía a los niños en el colegio. Pero por las tardes trabajé mucho con las madres que me han ayudado muchísimo. Y otras personas que acudían a la Escuela a colaborar. Y los compañeros, cuando empecé a trabajar, tuve la suerte de tener unos compañeros que me ensañaron a tener ilusión a empezar a caminar en este mundo de la educación, personas a las que llevo en mi cabeza y mi corazón", comenta.

Muchas razones alimentan la condición de referente de Conchi Andrés en el mundo de la enseñanza. Siempre buscando que la escuela “fuese motivadora, activa. Que los niños tengan ganas de ir a la escuela y la disfruten. No puede ser tener a los niños sentados y página 20, página 21..sería incapaz de hacer eso. Eso es aburrido”.

Conchi, defendiendo la escuela pública y rural

Conchi, defendiendo la escuela pública y rural / Imagen facilitada

Conchi, defendiendo la escuela pública y rural

Conchi, defendiendo la escuela pública y rural / Imagen facilitada

La buena y la mala educación

La escuela de los años 60, ya como alumna, trae sensaciones y emociones encontradas en Conchi: “En mis primeros años de escuela había maestros que pegaban, y pegaban mucho. Yo tuve la suerte de que mis dos maestras fueron excelentes. Doña Lorenza, que era ya muy mayor, y Doña Angelines. No puedo quejarme. Al colegio se iba con 6 años pero yo, previo pago de un dinerillo que daba mi madre, tuve autorización para ir con mi hermana con tan solo 4 años. Una hermana mía sí tuvo una maestra de esas que decía antes”.

Conchi pertenece a una familia de doce hermanos. "A mi madre no se le murió ningún hijo. Los hermanos mayores no pudieron estudiar porque se tuvieron que ir a trabajar. Yo he sido feliz con mis hermanos. No tengo malos recuerdos. Mi padre era electricista del pueblo. Mis padres, mis tíos... toda mi familia es de Brazacorta. Luego a mi padre le mandaron a Peñaranda de Duero pero como no encontró vivienda, estuvimos viviendo siete años en San Juan del Monte”, detalla.

Conchi, con Ángel Martínez

Conchi, con Ángel Martínez / cadena ser

Conchi, con Ángel Martínez

Conchi, con Ángel Martínez / cadena ser

Innovación

Con mente inquieta, dice no entender la formación sin la educación y siempre impulsó una forma muy creativa de impartir las clases, donde la motivación y los estímulos fuesen constantes. También la innovación. Fue parte fundamental en impulsar el método ABN para la formación en matemáticas, un modelo que enseñaba la materia basada en número y no en cifras y fue pionera en impartirlo en Castilla y León, creado por un inspector de educación, Jaime Martínez Montero. Fue pregonera de las Fiestas en Peñaranda de Duero que vio en Conchi a toda una institución en el pueblo. Ha recibido homenajes y reconocimientos de compañeros de trabajo y de alumnos. Y nunca aceptó la propuesta de dirigir el colegio "porque a mí los papeles y los despachos me sobran. Yo digo que últimamente me da mucha pena que últimamente se aumentan despachos, papeles e informes. No pues estar en un despacho y atender bien la clase. Yo he disfrutado en el aula y con los alumnos”.

Su compañero de viaje desde que se casó con 21 años ha sido Ángel Martínez, del que habla con gran admiración. En el pregón que dio en Peñaranda de Duero dijo de él que “con Ángel empecé mi vida laboral como maestra. Y gracias a Ángel he podido hacer muchas cosas. Me ha ayudado mucho y me ha facilitado todo lo que he necesitado en mi trabajo”.

La charla al completo de este Viaje por la Memoria de Conchi con Ausen Frutos y Valentín García puede reproducirse en el audio superior.

 
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