Alerta Roja
La Firma de Borja Barba
Alerta Roja
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Palencia
Domingo, 8 de diciembre. No son ni las diez de la mañana y mi teléfono móvil pega un respingo en la mesilla en la que reposa. El estridente pitido con el que el aparato reclama mi atención no me es familiar. No es un whatsapp de mi madre pidiéndome que le suba el pan. No es Instagram avisándome de que un amigo, al que hace seis años que no veo, me ha enviado un vídeo de un bebé vestido de cowboy sacando el abono con su tractor de pedales porque le ha recordado a mí. Este sonido no me suena, si les sirve la expresión. Y me sobresalta.
Lo del sistema de alertas al móvil vía SMS (que sí, siguen existiendo) empleado por Protección Civil está muy bien, pero le sigo viendo sus lagunas. Porque quizá te pueda salvar de las consecuencias de un temporal, advirtiéndote de que no cometas imprudencias, pero está cerca de matarte de un infarto con el pitido de marras.
He registrado todo tipo de reacciones en estos últimos días a los avisos personalizados, porque fueron varios a lo largo de la jornada del domingo, de esta reciente alerta roja por riesgo extremo de nevadas en el norte de la provincia de Palencia. Desde quien agradece el celo y la vigilancia de las instituciones públicas, por mucho que fuese quizá excesivo, hasta quien no tolera tan gravísima intromisión, percíbase la ironía, en la intimidad de nuestros smartphones. Sea como fuere, y esté usted del lado que esté, creo que con las calles de la Horta Sud valenciana aún embarradas, no existe administración pública tan insensata como para tomarse la climatología a broma.
Pero, ¿quién le ha dicho a usted que yo quiero que me avisen de los riesgos que corro si decido irme de viaje con amenaza de fuertes nevadas? ¿Quién vigila a los vigilantes? Esta pregunta al aire, con un recorrido histórico que va desde el ‘Quis custodiet ipsos custodes?’ del poeta latino Juvenal hasta el ‘Watchmen’ del dibujante y guionista Alan Moore, está presente en la cultura popular desde que el hombre es hombre y vive sujeto a una estructura social jerárquica. Cuestionarse de dónde emana el poder de la autoridad establecida y quién maneja el control sobre el mismo fue algo que trató de resolver, diluyendo las responsabilidades de aquella manera, la separación de poderes de Montesquieu.
Sin necesidad de teorizar sobre el asunto, creo que debemos reflexionar sobre esa tendencia tan propia del ciudadano español a la protesta fácil lanzada sobre la barra del bar. Al quejarse del sistema de alertas, sin tener en cuenta la gestión de la responsabilidad de quien lo maneja, una vez que se ha comprobado que la amenaza no era tan grave. Me viene a la memoria aquel capítulo de la serie de animación South Park en el que un ridículo superhéroe llegaba tarde a la tragedia y apuntaba metódicamente todo lo que se tendría que haber hecho para evitarla. No hacen falta galones para ser capitán a posteriori.