Opinión

Por llevar la contraria, a Muface le hace falta un preparado y buen entierro

La firma de Javier Gómez Caloca

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Palencia

Buenos días, llevamos semanas de noticias sobre la incertidumbre en la que la avaricia de las aseguradoras privadas, desde una posición de oligopolio porque entre tres se reparten el pastel, está poniendo a la prestación sanitaria de MUFACE.

Esa sanidad privada, y privatizada, de la que disfruta una parte, sólo una parte, de los servidores públicos de este país. Por aclarar, ni afecta a todos los empleados públicos, más bien a una minoría, ni siquiera afecta a todos los funcionarios públicos; ni la MUFACE cubre a tantos como dicen, ni a millón y medio de personas en el país ni 7.000 en nuestra provincia, porque un tercio de estos potenciales beneficiarios ya han optado por la sanidad pública. En Palencia, según datos del propio MUFACE, cubría a finales del año pasado a 4.359 personas. Estaríamos hablando, incluyendo a sus familiares beneficiarios, de poco más del 4% de las personas que cubre el sistema público, el Sistema Nacional de Salud.

Se creó hace cincuenta años, antes de la muerte del dictador, para favorecer a una parte muy reducida de la población, aunque se sumen los beneficiarios del ISFAS (militares, policía nacional y guardias civiles) y de los funcionarios de justicia. Mientras, el resto, estábamos en manos de las igualas y, los pocos que podían, se pagaban un seguro privado de escasa cobertura cuando de verdad se presentaba un grave problema de salud. Un ternero costaba la poliza.

¿Qué contrata de un servicio público exige para su renovación un incremento del 40% de dinero para un concurso a dos años? A mí no se me ocurre ninguna. O son unos inútiles y han estado años perdiendo pasta, que no lo creo, o, desde su oligopolio y aupados por muchas dosis de corporativismo,

quieren aprovechar el deterioro al que están llevando algunas Comunidades Autónomas a la sanidad pública. El Gobierno, no entiendo que acepte el chantaje, les va a ofrecer casi un 33% en un concurso a tres años y ¡les parece poco!

Me molesta que para su defensa se inflen las cifras, que se utilicen dramas personales o, sobre todo, que se nos perdone la vida a los demás diciendo que es por el bien de la sanidad pública. Además de la incongruencia de trabajar en lo público, vivir de lo público y pedir que se riegue de dinero público a empresas privadas que, a su vez, explotan a profesionales autónomos mal pagados y, al final, tratan a sus clientes como coches, a los que cuando es más que chapa y pintura envían a la sanidad pública, la que pagamos todos, o si tienen muchos gastos les enseñan la puerta de salida. Me niego a defender esto.

MUFACE, y demás herencias sanitarias corporativas, tiene que desaparecer pero, es verdad, hay que darle un buen entierro, hay que preparar a sus menguantes deudos y, claro, no dejar sin duelo a las plañideras corporativas y sindicales.

Perdió todo su sentido el día que se aprobó la Ley General de Sanidad en 1986 que nos dotó de sanidad universal, y gratuita, a todos. Flaca memoria tenemos y nula historia nos enseñan…así nos va.

Hay que dejar a extinguir el Régimen de Clases Pasivas, establecer una sola posibilidad de optar entre MUFACE y sanidad pública, no cambios cada año que envían al sistema público el riesgo dejando a las aseguradoras, digan lo que digan, el beneficio. Un buen entierro exige reinvertir en la sanidad pública la dote anual que el finado recibe de los Presupuestos del Estado. Y que descanse en paz.

Suerte el domingo y, sobre todo, salud. Feliz Navidad, disfruten de las presencias y recuerden los buenos momentos que pasaron con los ausentes. Yo así haré.

 
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