Más de una hora para conseguir una docena de churros
Y es que en Palencia, desayunar chocolate con churros en esta fecha se ha convertido en una tradición casi tan importante como el propio sorteo
Palencia
No hay fecha en el calendario que reúna tanto emoción como el 22 de diciembre. Es el día del sorteo de la Lotería de Navidad y en Palencia son muchos los que deciden esperar la suerte con un buen chocolate con churros, aunque eso implique hacer cola durante más de una hora y media para conseguir la ansiada docena. A las 6:45 de la mañana, Jaime Rubio, churrero de tercera generación, abre la persiana de la Churrería Jardinillos, un negocio centenario - lleva sirviendo churros desde 1928- ubicado en el parque palentino que lleva el mismo nombre. Y desde las ocho, con el termómetro marcando una temperatura heladora de -4 grados, los palentinos, abrigados como si fueran a escalar el Espigüete, comienzan a formar una cola que bien podría competir con las de las administraciones de lotería más concurridas del país.
Ese domingo 22 de diciembre, Jaime dirige la operación acompañado por dos ayudantes que, con un ritmo frenético, no tienen tiempo ni para pestañear. "La receta es la misma desde 1928: agua, sal, harina y aceite”, dice Jaime mientras atiende a una fila alineada con los árboles del parque, como si la promesa de churros recién hechos fuera el mismísimo Gordo.
Aquí no hay ni tarjeta ni Bizum, todo al estilo tradicional, se paga en efectivo a razón de tres euros por docena. “Merece la pena esperar, porque están estupendos”, comenta una clienta que lleva ya más de una hora en la cola, arropada por la esperanza de un chocolate caliente que haga olvidar la congelación de los dedos.
Hay a quien esta cola le pilla por sorpresa, y luego están los veteranos que saben que aquí no se corre, se aguanta. “Después de esta cola, me van a saber a gloria”, asegura un padre con cara de héroe. “Lo que no se haga por los hijos”, añade la mujer que está detrás. Jaime, al pie de la freidora, asegura que no puede calcular cuántos churros vende en un día como hoy, pero sabe que son "muchísimos”. Puede que 2.000 o más, es difícil calcular en Navidades. "Se ha quedado corto", apunta un cliente habitual. Hay quien incluso, entre bromas, y a medida que se acerca a la cabeza de la cola, piensa en revenderlos: “Yo venía a por una docena, pero estoy pensando en comprar siete y vendérselas un euro más caros a los del final”, bromea un joven.
“Si ponemos un puesto de sopas de ajo para la gente que espera, nos forramos”, añade otro. Y así, entre bromas y caras de incredulidad y hartazgo, la cola va avanzando y los gestos de fastidio iniciales se transforman, tras hora y media de espera, en gestos de triunfo y satisfacción. “Esto es como cazar un trofeo”, dice un señor al salir del kiosco con su docena en mano y una sonrisa que le borra el frio. Y es que en Palencia, desayunar chocolate con churros en esta fecha se ha convertido en una tradición casi tan importante como el propio sorteo. Es una manera de entrar en calor y, de paso, alimentar la esperanza de que, con suerte, lo más amargo del día sea solo el chocolate.EFE