Las máscaras en Cervera
La Firma de Borja Barba

Palencia
La máscara no esconde, representa. Estas cinco palabras resumen escuetamente la filosofía de las mascaradas de invierno. Máscaras, fiestas y religión formaron la trilogía que dio origen a nuestras tradicionales mascaradas invernales. Sí, religión. No porque sean paganas, estas celebraciones están exentas de una cierta religiosidad. Tienen otro tipo de espiritualidad, tal vez diferente de la liturgia católica, pero que puede ser incluso más intensa. Son rituales atávicos anclados en la noche de los tiempos. Con orígenes prerromanos, posteriormente adoptadas en celebraciones como las lupercales romanas y evolucionadas hasta nuestros días gracias al aislamiento que siempre conllevó la ruralidad.
Como amante de la etnografía y de las costumbres propias de nuestra tierra, este año quise vivir las mascaradas de invierno como realmente hay que vivirlas para comprenderlas y entender su significado más profundo: desde dentro y participando en ellas de manera activa. Primero, recopilando información para documentar nuestras máscaras. Segundo, recolectando y recuperando todo tipo de materiales naturales, vegetales, cuernas y osamentas de animales, viejas ropas, y todo tipo de artilugios reutilizados para pergeñar el atuendo. Tercero, elaborando mi propia máscara al tiempo que creaba el personaje y desarrollaba su personalidad. Paso a paso. Detalle a detalle. Y, ya por último, viviendo la experiencia de manera inmersiva. Sumergiéndome en primera persona en la experiencia del Antroido, celebrado el pasado viernes en Cervera de Pisuerga.
Bajo la implacable lluvia, tenuemente alumbrado por la luz de las antorchas y con mi identidad oculta bajo una grotesca máscara, me dejé llevar por el son de la música tratando de vivir una regresión en el tiempo. Reproduciendo aquellos ritos ancestrales a los que recurrían nuestros antecesores para invocar los ciclos de la naturaleza. Rodeado de personajes desconocidos. Algunos zoomorfos, llegados quizá desde los pastos de Pineda. Otros con apariencia demoníaca, tal vez ocultos en los bosques de Verdeña. Pero todos con idéntico empeño en convertirse en custodios de nuestra memoria colectiva.
Harold MacMillan, quien asumiese la difícil tarea de ser Primer Ministro británico en la Guerra Fría, señaló con acierto que la recuperación de la tradición no implica que los vivos estén muertos o anclados en su pasado, sino que los muertos siguen en vida. En Cervera, y gracias al trabajo y tesón de la Asociación La Anónima y el ayuntamiento de la localidad, con su alcalde Jorge Ibáñez tomando parte activa en la iniciativa, su historia sigue latiendo y sus ancestros siguen con vida.
“Teníamos brasas en la memoria, con la herrumbre los jóvenes las avivan, y esto ha cogido lumbre”. (Extracto de la trova compuesta por Jorge Ibáñez. Marzo de 2025)