Convivir con una enfermedad banalizada: "El Covid persistente es nuestra post pandemia, nos hacemos una capa de aceite para que resbalen cosas, pero duelen mucho"
En Castilla y León se estima que 100.000 personas tienen secuelas asociadas al contagio de la enfermedad.

Radio Valladolid

El calendario de efemérides ha tenido esta semana una fecha destacada: el quinto aniversario del inicio del estado de alarma. Ese 14 de marzo y el llamado estado de alarma (y posterior confinamiento) suponía el comienzo oficial de una pandemia, la del Coronavirus y de un incremento constante de informaciones sobre cifras de pacientes entonces hospitalizados, otros contagiados y, en el peor de los casos, fallecidos. Los hospitales y las residencias de mayores eran entonces los principales puntos de atención junto a los innumerbles cribados.
Cinco años después, las hemerotecas sirven como recuerdo de una pesadilla que, sin embargo muchos tienen presente en su cuerpo... y en sus sentimientos. Personas como Noelia Seller, que se contagió en 2022, que en el confinamiento siguió todos los protocolos y pasó por un virus que a priori no le dejaría secuelas. Sin embargo, tras sufrirlo comenzó el calvario de consultas médicas.
Tiene Covid persistente, una dolencia que se comporta en cada cuerpo de una manera distinta, que deja más de 200 secuelas distintas pero que a ella le impide hacer cosas que antes realizaba sin problemas: "La parte más grave es el estómago, dolor de estómago, nuevas alergias, niebla mental me cuesta contestar a las preguntas más, tengo fatiga muscular, se me cae el pelo, soy una persona deportista y he pasado de hacer 60 largos a no poder hacer casi ninguno, sé que mi cuerpo tras esa enfermedad no ha vuelto a ser el mismo", relata.
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Ahora, además de lo físico, Noelia y todas las personas que tienen estas secuelas conviven con la banalización de la enfermedad. Basta con dar un paseo por las calles de Valladolid, ciudad donde reside, para encontrarse con grafitis en las paredes con frases como: "Covid, estafa farmacéutica".
Si Noelia decide meterse en redes sociales aún puede leer frases como las que aseguran que "las mascarillas inducen al suicidio" realizadas por médicos en el ejercicio de su profesión, mientras otros mensajes aseguran que "las mascarillas son un amuleto", "producen alzheimer"; Y, si nos vamos a las tribunas públicas más recientes, nos encontramos con la polémica que se cobró el cese de la entonces directora de Salud Pública de la comunidad quién aseguró en una entrevista que esta no fue una pandemia "de gran gravedad".
A todo esto, Noelia responde con resignación llena de dolor: "Entiendo que un virus puede mutar y afectar a personas mayores o más jóvenes pero hay algo irrebatibles, los números. El problema es que no sabemos cuántas personas tenemos Covid Persistente porque no se diagnostica, el Covid persistente es nuestra post pandemia; no hace falta haber estado muy grave, ni hospitalizada ni que te hayan tenido que inducir un coma; yo me quedé en mi casa y muchos médicos me han dicho que como yo hay muchas personas. Cuando se te olvidan las cosas y sabes que eso no es normal en ti o cuando se te caen cosas al suelo por los problemas de motricidad me ocurren y te dicen 'no te preocupes, a mí también me pasa' realmente hay que hacerse una capa de aceite para que nos resbale, pero duele mucho".
Explica que solo la gente cercana conoce el esfuerzo tiene que realizar para normalizar su vida y avisa de que este desconocimiento de la enfermedad e incluso no saben que la tienen esta enfermedad.
La estimación de personas afectadas en Castilla y León por Covid Persistente es de 100.000 personas, un 2,5 por ciento de la población total de la comunidad. Sin embargo, la existencia de un diagnóstico certero unido a las múltiples secuelas que deja, complican su tratamiento médico. Por ello, piden unidades específicas en los hospitales para poder hacer un seguimiento más concreto de los casos.

Diego Villacorta
Es periodista y cubre información local y autonómica