Jaspe, el valor añadido de la familia en el sector empresarial

Javier Núñez es una de esas personas educadas en la cultura del esfuerzo y el sacrificio. A través de nuestro viaje por la memoria, hemos surcado momentos y experiencias de un empresario que estuvo muy vinculado a la actividad comercial familiar hasta que emprendió su propio proyecto. Y en ese camino, también tiró de los vínculos de sangre para certificar el éxito de Jaspe.

Ausen Frutos, punto de apoyo en nuestras conversaciones con personas a las que tratamos de despojar del personaje, ya nos sitúa en el contexto de un recorrido con referencias a la “limpieza como la cualidad de limpio: el aseo, la higiene; y también lo es la acción y el efecto de limpiar: el lavado, fregado, barrido… Lo que cualquiera diferenciaría de su opuesto, la suciedad.

También limpieza significa pureza y castidad y lo que ello conlleva. El agua de una de las fuentes del pueblo es muy limpia, no tiene impurezas.

En los negocios identificamos la limpieza con la integridad, la honestidad y la honradez con que se procede. Nos centraremos, hoy, en esas acepciones reseñadas: las de la higiene, la honestidad y honradez y la precisión con que se hace algo. Y lo haremos con quien lleva 25 años de empresa dedicándose a la limpieza”.

El punto de partida es la madre. Siempre las madres como referencia. La de Javier Núñez es Alejandra aunque por razones que a todos se escapa, se la conoce como Carmen. Tiene 91 años y ha sido la base de tantas cosas buenas que le han sido aportadas: “las conversaciones con mi madre parten de su vida, de dónde viene y lo que nos ha aportado. De lo mucho que nos quiere, la queremos y queremos a la gente. Una madre cariñosa, exigente a la vez, pero da mucho amor. Ella procede de Rasueros, un pueblo de Ávila que yo no he llegado a conocer. Por circunstancias de la vida, en plena Guerra Civil, se tuvieron que venir a Aranda de Duero y es una arandina más”.

El primer negocio familiar fue una panadería: “Mi padre, tras finalizar la mili, estuvo trabajando en Madrid, en el pan Bimbo. Poco después, cogió la panadería del barrio de San Juan por una jubilación. Después ya con unas instalaciones más modernas se hizo la Panificadora Arandina en la calle Hospicio. Y también nos fuimos a vivir a esa zona de Aranda, en la calle Sol de las Moreras”.

La infancia de Javier Núñez le lleva a recuerdos en la panadería familiar y en el parque de La Huerta, porque como ocurría en las décadas de los años 70 y 80 “nos hemos criado en los negocios de la familia y en la calle. Yo recuerdo de chaval de salir del colegio e ir a la panadería a echar barras de pan a las cestas, los sábados ir a ayudar antes de poder marcharme a jugar con mi equipo de baloncesto. Así era la vida”.

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Y sus mejores recuerdos en el parque de la Huerta: “lo mejor que he vivido. Las nuevas generaciones no saben lo que es criarse en la calle. Estábamos todo el día, te metías en el río, jugabas al escondite, fútbol, al puchero, al burro…todas las edades mezcladas, chicos y chicas. Fue una infancia increíble y de la que tengo grandes recuerdos”.

NACIMIENTO DE JASPE

Si la panadería era el negocio familiar, los sueños no le llevaban a Javier más allá de sus estudios y de ayudar con el pan: “cuando empiezas a tener 15 años ya empiezas a ilusionarte con nuevas experiencias, a salir de tu pueblo y conocer otras cosas. Pero nunca he tenido más intención que trabajar en la panadería. La dejé cuando hice la mili y, al volver con 20 años, por circunstancias de la vida tras el fallecimiento de mi padre, el negocio se lo quedó mi hermana y me busqué la vida por otro lado. Al principio en la primera gran superficie en Aranda en Intermarché trabajando de carnicero y de frutero además de otras tareas”.

Los constantes cambios de propiedad de la gran superficie llevaron a Javier a escapar de tanta inestabilidad y surgió en Burgos, a través de un familiar, la oportunidad de incorporarse a una empresa de limpieza: “estuvimos probando un mes con la idea de tener una toma de contacto con este sector para después decidir si habríamos nosotros una empresa en Aranda. Aprendimos a limpiar garajes, abrillantar suelos, limpieza de cristales…y vinos que era una buena oportunidad de negocio para nuestra ciudad”.

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Javier Núñez recuerda aquellos inicios en el año 2.000 “con mi hermano José Antonio y Elena, ofreciendo nuestros servicios, gente joven y con muchas ganas de trabajar. Tirando de fregonas por las mañanas y de escobones en los garajes por las tardes. Así empezamos. Poco a poco fuimos detectando que había otros servicios que ofrecer, creciendo como empresa hasta tener actualmente setenta empleados”.

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Y la familia. Siempre el valor añadido de la familia: “Mi hermano ha sido una gran suerte para nosotros, le admiro, la persona más trabajadora y con más iniciativa del mundo. Se acaba de jubilar. Con él todo es muy sencillo, te lo hace todo fácil. Y ahora las nuevas generaciones, mi sobrina Paula, mis hijos Marcos y Jorge…todos se han formado mucho, han trabajado fuera pero, desde pequeñitos, todos los veranos trabajando con nosotros. Fundamentalmente piscinas es lo que han hecho. Ahora cada uno de ellos está al frente de un departamento y han imprimido una nueva forma de gestionar y hacer las cosas pero conocen los cimientos de la empresa desde lo más humilde”.