El abulense que construye ferrocarriles en Australia

Australia se ha convertido en la última etapa del abulense Álvaro Fernández-Amaro tras un periplo profesional que le ha llevado por diversos países. Pero tanto en lo personal como en lo profesional, parece que Oceanía puede ser el lugar en el que se asiente este ingeniero de caminos.

Y es que de allí es su esposa, Jacqui, y allí viven con sus dos hijas, Carmen y Rose. Además, ha sido contratado por el gobierno del estado de Queensland para trabajar en la nueva vía ferroviaria que se va a construir entre la Sunshine Coast, donde vive, y Brisbane, la capital de estado. Una mejora de las comunicaciones pensando en la celebración de los Juegos Olímpicos en 2032.

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Pero antes de asentarse allí, Álvaro no dejó de viajar y trabajar en diferentes partes del mundo. "Estudié en la Universidad Politécnica de Madrid y cuando salí había mucho trabajo para empezar en España. Pero la crisis del 2008 nos afectó y cuando hizo más mella en el sector de las infraestructuras, tuve la oportunidad de salir al extranjero con la empresa que me tenía contratado entonces. Fui a Turquia, a Estambul en el proyecto del Mármara durante tres años como ingeniero de infraestructuras" dice Álvaro desde las antípodas de nuestro país en el espacio Abulenses por el Mundo de Hoy por Hoy Ávila.

La siguiente etapa de su periplo le llevó por primera vez a Australia. Allí conoció a Jacqui, la persona con la que comparte su vida. Tras tres años, de nuevo mudanza hasta el norte de Europa. Cinco años más trabajando entre Suecia y Noruega con proyectos de ferrocarril y metro.

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Tras nacer Carmen, su primera hija, llegó el momento de decidir donde asentarse con dos opciones, España o Australia, los países de origen de la pareja. Las mayores oportunidades laborales de este último hizo que en 2022 decidieran mudarse y asentarse allí, donde ya nació Rose, su segunda hija.

"Estamos aquí muy asentados y muy contentos. Pero bueno, también abiertos a otras posibilidades, a otras opciones. Pero para más adelante. Vamos a dejar que las niñas estén asentadas y nosotros más tranquilos porque tanta mudanza también cansa" dice.

Sobre su nuevo país de acogida lo tiene claro. "Es único. Eso le hace especial y exótico. El hecho de que esté tan lejos hace que la gente lo idealice". Pero Álvaro no solo destaca lo material, sino también la forma de vivir de los australianos.

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"La gente aquí le da mucha importancia a la salud y como combinar tu vida personal con la profesional. Y más si trabajas para la administración. Culturalmente, es un país anglosajón, lo que le relaciona con Europa. Pero también tiene mucha influencia asiática como es lógico. Y eso se nota en el día a día. Es muy cosmopolita, con mucha gente procedente de diferentes partes del mundo, sobre todo de Asia que es lo que tienen más cerca".

El que su familia política sea australiana le ha facilitado conocer mejor el país y sus gentes. Además de viajar por los lugares más conocidos, también ha estado en otros que no son tan habituales en las guías turísticas.

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"Mis suegros se acaban de mudar a Tasmania, esa isla que está al sur de Australia. Es un destino que siempre tenía en mente, así que ahora ya tengo una razón para hacerlo" dice. "Hay mucho que recorrer y lo que hace mucha gente, tanto de aquí como extranjeros, es alquilar o comprar una van, una furgoneta. Meten su saco de dormir y se recorren el país durmiendo donde puede hacer noche".

Califica a los australianos como gente muy respetuosa y amable a los que les llama mucho la atención Europa. Sobre nuestro país, las referencias futbolísticas son inevitables (Real Madrid, Barcelona y la Champios), a pesar de que no es precisamente el deporte más popular allí. Pero también llegan otros temas como la tragedia de la Dana en Valencia, que también tuvo reflejo en los medios de comunicación australianos.

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Y otra referencia también inevitable es la gastronómica. "Cada vez que conozco a alguien nuevo y tienen cierta confianza, me piden que les haga una paella. Así que me traje todos los bártulos para hacerlo. Yo creo que además se asustaron cuando lo traje en la mudanza, entre la paellera y los fuegos. Y encantados. Hemos hecho paellas para compañeros y amigos australianos y no es la misma que les ponen en los bares y restaurantes por aquí"

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Nuestro abulense por el mundo dice echar de menos, además de a la familia, la forma de socializar que tenemos los españoles. "Las sobremesas largas, esas en las que empiezas a comer a la una y media y terminas a las ocho de la tarde. Compartirlas como mi familia y mis amigos".