Morir en la mina
La opinión de Ángel Santiago Ramos (3/4/2025)
León
Durante años mi amigo Ramiro, enfermero de profesión vinculado al Instituto Nacional de Silicosis, repasaba con una esmerada atención el estado de salud de los mineros del Bierzo y Laciana mayoritariamente entonces afectados por problemas respiratorios. Corrían los años 80 y 90 del pasado siglo. La protección laboral entonces no gozaba de unas condiciones idóneas para la protección de la salud.
Desde entonces ha quedado en mi memoria el medio gallego con que se dirigía a los pacientes para la exploración: “infla o peito d´ar”,le decía a cada uno y cada año que pasaba las revisiones a bordo de una autocaravana médica.
Centenares de mineros enfermaron durante décadas silicosis como consecuencia de respirar durante horas el aire cargado de polvo de carbón y grafito. La silicosis y el grisú han sido durante años las palabras malditas en las cuencas mineras. El polvo negro regalaba una vejez de perros y el metano ha provocado en los últimos 80 años la muerte de cerca de 200 mineros en las explotaciones de León y Asturias.
Sin reversiones locales de los beneficios, con el estropicio medioambiental ocasionado y no reparado el peaje de la industria minera nos ha salido caro, muy caro.
Tanto que, hasta ayer mismo, en la mina asturiana de Cerredo, sucedía una explosión, probablemente de grisú, que sumó a la lista de muertos en las minas los últimos cinco trabajadores leoneses: Jorge, Amadeo, Rubén, Ibán y David. Una nueva tragedia para sus familias, que no sólo pierden a un ser querido, sino que inician ahora el calvario de una larga espera judicial para conocer el porqué es tan fácil perecer en una mina en pleno siglo XXI.
Una larga espera la de las familias del accidente del Pozo Emilio del Valle en el que seis mineros perdieron la vida. Doce años después las familias siguen esperando la sentencia que determine lo que ocurrió aquel 28 de octubre del año 2013.
La jueza que presidió la vista causó hace dos años una baja laboral y la sentencia sigue varada en la estación de un juzgado sin juez que la escriba.
Así seguimos escribiendo la historia de una de nuestras actividades industriales mas importantes del ultimo siglo en nuestra provincia.