Pongamos que hablo... de Cervera y su gente
La Firma de Javier Gómez Caloca

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Palencia
Escuchando Hoy por Hoy desde Cervera me vienen recuerdos de mi infancia. Piedrasluengas, orilla la carretera, viendo pasar los lunes a Potes a Del Pino, el pellejero, con su coche de época; un milagro que subiera el puerto; a German el cacharrero; menos mal que Silvia no nos ha dejado huérfanos de fruta y verdura, a Estalayo (no sé porque le llamábamos Veintinueve) o a Ignacio el alpargatero. Los Estalayo estuvieron a punto de morir arrecidos entre la nieve en la subida al puerto y los vecinos de Piedrasluengas los rescataron del camión. Durante años, dejaron cajas de naranjas, de uvas o sacos de azúcar en agradecimiento. Enrique Prisas, con el camión de obras públicas y la quitanieves. Jesús, el de Extensión Agraria, arriba y abajo en bici. Tantas y tantos.
En Casa Lobarcio, me compró mi madre el primer yogurt de plátano, un lujo entonces. En Casa Ernestina compraba botones, cremalleras, cinturillas… lo necesario para hacer más duradera la ropa porque el dinero no faltaba, pero tampoco sobraba.
En el Albergue estudiaron mis hermanas mayores. Allí fui a su primera comunión, entre los brazos de madre y la mano de padre.
Por Ramos, San Matías, Corpus, la Ascensión, Santiago, San Martín o Santa Lucía, padre me traía a la feria, era todavía al aire libre, en la cuesta. Visita a casa del tío Juan y la tía Inés, los del Horquero y una quina con galletas. “Nosotros a comer donde Santos, al Peñalabra, ahí parábamos tu güelo y yo cuando carreteábamos de Aguilar a Potes”, decía padre.
Una Feria de septiembre, fui con mi primo a vender un jato y, por subir el trato 500 pesetas, invitó al tratante a comer en el Resbalón… negocio ruinoso; langostinos, blanco y paella por medio.
Tendría cuatro años cuando entraron en nuestras vidas Nacho Reguero y familia. Fue mucho más que el cartero; fue nuestro fotógrafo, ultramarinos ambulante o pensión cuando, ya en Palencia, veníamos en los Herreros y dormíamos en su casa hasta el día siguiente que nos “repartía” al pueblo. Bar Deportivo, Autoservicio Rema, Feli…hasta hoy que Nachín en el Camping nos prepara todos los años por Santiago, para recordar a nuestros ausentes, arroz con bogavante. En casa sigue la foto del Respeto, nuestro mastín, “El guardián de Peñalabra”, con la que Nacho ganó un premio.
Bajabas del bus de Palencia en la cascarita y aquello era como CSI Miami: “¿dónde vas? ¿y de quién eres? ¿De Cencio? dale recuerdos”.
Más de 25 años de la apertura del Centro de Especialidades Médicas y debo recordar el empeño y esfuerzo de dos personas que demostraron que, aun pensando diferente, se pueden hacer cosas juntos. Mi añorado compañero y amigo, José Miguel Rodríguez, el minero, el zarrio; esta semana nos dejó Aurora, su compañera. ¿Cuándo se va a poner su nombre al Centro? ¿Cuándo un reconocimiento? Y, José Luís Medina Gallo, amigo, comentarista en la competencia, cronista de la comarca, luchador incansable. Sin ellos, hoy, el Centro no existiría.
No me puedo olvidar de las y los jóvenes de la Asociación de Pensionistas que me invitan a hablar de temas de rabiosa actualidad: población y pensiones. Espero su próxima invitación.
Allá donde se cruzan los caminos del norte, donde puedes ver terneros en la plaza del Ayuntamiento, donde se inicia la ruta a los pantanos y al Valle Estrecho, donde hay ferreterías en las que puedes comprar desde una punta a un tractor, donde la carne toma nombre, donde el socorro es un deleite, donde los tontos son un postre, donde la montaña se empieza a concebir, desde donde accedes al paraíso de La Pernía, donde por San Roque regresa siempre el nativo… pongamos que hablo de Cervera.
Buena Feria y, mañana, nos vemos por la calle Labradores.




