Idiosincrasia de la Semana Santa terracampina

Palencia

 Francisco Calvo Manzanares

Al hablar hoy día de Semana Santa el pensamiento se va al sur del país. La cada vez mayor globalización ha hecho que esa manera de vivir estos santos días sea la más española o, al menos, la más popular.

Sin duda, al igual que en multitud de otros temas, la orografía y los diferentes factores que afectan a los pobladores de nuestro país ha marcado también la Semana Santa.

Hemos de reconocer que todas tienen su valor histórico-artístico, reflejo de circunstancias que han marcado a los territorios y han dejado su huella en la Semana Santa, mas en el norte de España -sin desprestigiar a otros lugares- hemos de destacar las de tierras leonesas y castellanas. En ellas rezuma un sentimiento propio de lugares cuyo patrimonio material e inmaterial es indescriptible.

Dejando a un lado las ciudades, donde el turismo desde hace décadas ha condicionado su desarrollo, nos centraremos en la comarca de Tierra de Campos.

El intenso pasado histórico marcado por grandes familias y gestas acaecidas en estas tierras hizo que en el pleno desarrollo del arte barroco se construyera el grueso de la Semana Santa que hoy vemos.

LA SEMANA SANTA DE TIERRA DE CAMPOS

Frente a Semanas Santas más modestas, donde son destacables los cantos populares o algunos actos trascendentes, encontramos localidades con grandes conjuntos que destacan por su calidad artística y por la amplitud de representaciones de la pasión y muerte de Jesucristo.

Medina de Rioseco, Mayorga o Villalón de Campos en la provincia de Valladolid, Sahagún en la de León y Carrión de los Condes, Paredes de Nava y Villada en la nuestra, Palencia.

En ellas vemos representaciones de Jesús en el huerto de los olivos, Jesús atado a la columna, Jesús sometido a azotes, Jesús Nazareno cargando con la cruz, Jesús crucificado, el Longinos, el descendimiento o escalera, las tres Marías, el santo entierro y Jesús en su resurrección; todos acompañados de Vírgenes dolorosas o en su Soledad, que hacen un amplio recorrido representativo de los últimos momentos de la vida de Jesús.

La calidad de algunas de las tallas enriquece aún más la importancia artística, que en su mayoría de autor desconocido, protagonizan estas Semanas Santas. La mayoría se adscriben a la llamada “escuela castellana” donde tuvo un gran calado la obra de Gregorio Fernández.

Sin embargo, no solo son relevantes por la calidad y amplitud representativa y por ende, artística, sino por el complejo y añejo ritual de las mismas que ponen en alza su alto valor etnográfico.

CARACTERÍSTICAS PECULIARES

La manera de contabilizar la Cuaresma a través de una representación de una vieja con siete patas siendo cada una la correspondiente a las semanas que la conforman que se hacía en Villada; o el nombre dado a los domingos de la Cuaresma a través del simpático refrán: “Ana, Badana, Rebeca, Susana, Lázaro, Ramos y en Pascuas estamos”.

La subasta de los pasos en Sahagún el domingo de Lázaro o tortillero donde, además de degustar tortillas en una reunión festiva que celebraba la llegada de la Semana Santa, los sahagunenses pujaban la lleva de los pasos al son de: 2100 (cifra ofrecida este año por el paso más cotizado) euros (antes pesetas) dan por el paso de la Soledad (o el que fuera) ¿Hay algún hermano o devoto que de más limosna por su Santa lleva?

En Sahagún también es posible ver el juego de las chapas donde se movían (y mueven) grandes sumas de dinero apostando a la cara o cruz del lanzamiento de una moneda. Esta práctica también documentada en otros municipios como Villada o Grijota fue muy común en el pasado dejando anécdotas cruentas por la peligrosidad de las sumas en juego, siendo hoy lícito solamente en Semana Santa con la concesión del permiso pertinente.

El sábado de dolores en Medina de Rioseco se produce el traslado de los pasos a sus respectivas iglesias. El silencio unido al fuerte sonido de las horquillas en una comitiva acelerada causa un profundo sentimiento entre los asistentes, pero no mayor al que se produce en las procesiones riosecanas siendo considerada una de las mejores semanas santas de Castilla, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional y Bien de Interés Cultural Inmaterial.

El jueves santo en Villada se celebra la procesión de los caramelos, denominación que aparece por primera vez documentada en el siglo XVI donde la Cofradía de la Cruz sale a las calles de la localidad con una imagen mariana a visitar los monumentos de las iglesias. El recorrido de la que era la procesión más larga de Villada ha disminuido, al igual que la costumbre de iluminar el camino a la virgen con hogueras en los distintos barrios, mas, por fortuna, el sonido de los papelillos al desenvolver los caramelos sigue presente en el silencio de la noche de jueves santo al sonido de una esquila.

OTRAS COSTUMBRES

Otra costumbre enigmática es el desenclavo, que en Cervatos de la Cueza llamaban descolingue. Este acto de la tarde de viernes santo permitía que el cuerpo de Jesús crucificado pasara a ser el del yacente de la santa urna y podría considerarse el más ritual, junto a la resurrección en la Vigilia pascual, de toda la Semana Santa. Práctica que en Sahagún aún siguen haciendo y que en Palencia se hacía en Villada o en Cervatos de la Cueza.

Un aspecto reseñable es la forma de nombrar a los pasos que encontramos en las distintas localidades. El “majito barreno” en Sahagún es el apodo que cariñosamente se da al Ecce Homo o la diferenciación entre el nazareno “pobre” con el que la Cofradía de Jesús Nazareno adquirió en el siglo XIX y pasó a ser el “rico”. Una denominación común que localizamos en varios lugares como Medina de Rioseco o Villada es la de “cagarratones”, refiriéndose a un sayón que acompañaba a Jesús y que portaba una trompetilla o corneta. Esta denominación según la tradicional oral vendría porque en algún momento habrían visto salir un ratón del instrumento de viento metal. Esta simpatía en la denominación de la talla se contraponía a la actuación de los más pequeños en lugares como Villada. Durante días los chiguitos guardaban los huesos de aceituna para lanzárselos sin temor a los “judíos” durante la procesión, recordando también los más mayores dar tortas a las tallas, así como mojarlas con agua del pilón.

La sobriedad de la Semana Santa de estas tierras quedaba patente en el silencio sepulcral que acompañaba los distintos actos del final de la Cuaresma. Las campanas enmudecían durante dichos días resonando únicamente las esquilas, matracas, carracas y carracones, que junto a los cantos propios como salves a la virgen rogaban la intercesión de la misma para obtener salvación.

Las representaciones de Autos de la Pasión también fueron de gran popularidad, mas han sufrido un mayor perjuicio por la cada vez menor afluencia de beatos en los pueblos dispuestos a participar. Sin embargo, en la provincia de Palencia podemos disfrutar de ellas en Grijota o Saldaña. Mejor fortuna han tenido los Vía Crucis celebrados durante el viernes santo, caracterizados por el rezo de las catorce estaciones de la pasión destacando los dos modelos principales que se entonaban: Dulce Redentor y Lágrimas de corazón.

Hemos de recordar también que la mayor parte de las cofradías que organizan las procesiones son penitenciales, aunque podemos encontrar ejemplos de sacramentales como en Paredes de Nava.

SOBRE COFRADÍAS

Las cofradías penitenciales que surgen a partir del Concilio de Trento (1545-1563) incluyen la penitencia de sangre o flagelantes. Estas cofradías entre las que destaca especialmente la de la Santa y Vera Cruz se centran en la pasión, muerte y Resurrección de Jesús, unida a la veneración de su madre la Santísima Virgen María. Las cruces son las que han dejado una huella documental más variada y completa en la provincia de Palencia, lo que nos permite conocer ampliamente el desarrollo interno de las cofradías y las funciones que efectuaban. La figura de los penitentes fue común a nuestra Semana Santa, estos hombres cargaban con cruces en Sahagún o Paredes de Nava, destacando esta última población por contar con la representación del “Amor De Dios” a través de un niño. Los grilletes o grillos, como los llaman en Cervatos de la Cueza, ceñidos a los tobillos son otro elemento de penitencia que impresiona por su dureza e impactante sonido, siendo el más común y cada vez menos frecuente realizar la estación de penitencia descalzo.

LA GASTRONOMÍA Y SU IMPORTANCIA

Por último, hemos de destacar la gastronomía propia de estos santos días. Con la prohibición de comer carne marcada por la Cuaresma encontramos platos como las populares torrijas, sin olvidas las rosquillas de palo, tanto las viudas o tontas como las listas, denominadas así por estar cubiertas de merengue. En estos días también eran típicos los bollitos o molletes de pan con anís que en Villada los chiquillos pedían a gritos la mañana de viernes santo: “molletejos, queremos molletejos”. Sin embargo, los platos principales eran el bacalao ajo arriero o los escabeches con puerro y aceitunas como elemento común a todos los pueblos anteriormente citados. No hemos de olvidar la rica y fresca limonada que todavía reparten los nazarenos de Sahagún y que siguen haciendo del modo tradicional en las casas de Boadilla de Rioseco como siempre se hizo.

Todo ello nos hace recordar la necesidad de preservar nuestras raíces que reflejan aquello que fuimos y cuya conservación es necesaria para asegurar lo que en el futuro seremos.