Francisco, Alfonso, Villalar y el Club de los 60

Palencia

¡Vaya semanita nos ha traído la pascua florida!

El lunes ha fallecido el Papa Francisco. Recuerdo una conversación con un cura, gran amigo, que estuvo muchos años en La Pernía. Le pregunté por el obispo que vino después de Nicolás Castellanos y me dijo: “Nicolás miraba a ras de tierra, a las personas, a sus necesidades, éste mira mucho para arriba y poco para abajo, se le va a dislocar el cuello de estar siempre mirando al cielo y a Dios”. Hoy, en esta provincia, la mayoría sabe quién fue el obispo agustino, pocos se acuerdan de los siguientes… benditos de dios.

Desde un no creyente, ni en la Iglesia como institución ni, mucho menos, en sus liturgias, jerarquías y oropeles, más allá de participar, por convención social, en los ritos de paso, visto cuanto le han criticado los sectores políticos, sociales y mediáticos más reaccionarios de aquí y de allende los mares, creo que Francisco, entre sus dolencias, nunca tuvo tortícolis por quedarse fijo mirando al cielo.

Su tolerancia con la homosexualidad, su, por fin, enfrentamiento a la asquerosa pederastia que gusaneaba la iglesia, sus críticas al capitalismo feroz, su defensa de la justicia social, de la ecología, su oposición a las políticas anti migratorias o al sionismo genocida en Gaza, ahí queda. Ahora a esperar que, como buen jesuita, lo haya dejado atado y nos libre del renacer de roucos, kikos, opusianos, legionarios, munillas y demás carcundia.

No es que el Presidente de la Junta se haya alegrado por la muerte de Francisco, al contrario, ha tenido bonitas palabras hacia él, pero, bien se podría decir que le ha venido como dios. Le ha permitido apartar el cáliz de su incómodo, por fingido, paseo por la campa de Villalar de los Comuneros. Eso sí, el PP, heredero de la Alianza Popular que en 1986 votó en contra de que este día fuera la Fiesta de la Comunidad, mantuvo sus aviesas maniobras contra Villalar. Conciertos, no baratos, y carreras por doquier. Para eso no había luto oficial, para eso había pasta, no para Villalar.

Dice el Estatuto de Autonomía que “si en Villalar (23 de abril de 1521) la suerte de las armas fue adversa a los Comuneros, no ocurrió así con sus ideales, que pueden ser considerados precursores de las grandes revoluciones liberales europeas. Como homenaje a ese movimiento, el 23 de abril es hoy la fiesta oficial de la Comunidad Autónoma”. Más claro en su art. 6, “La fiesta oficial de la Comunidad es el 23 de abril”. Todo esto, más allá de postureos y paseos a la carrera por Villalar, se le atraganta al PP.

Si nuestro símbolo fuera un roble milenario, como el de Guernica, la Junta habría sembrado la comunidad de bellotas. Hace dos años despacharon el cuarenta aniversario de nuestro Estatuto con una nota a píe de página. Luego nos extrañamos que nuestra Fiesta no salga ni en los telediarios.

Cuando en meses, tras las elecciones, el PP vuelva a echarse en brazos de la extrema derecha; aquí el 23 de abril se va a celebrar lo que decía mi hija en el cole; “el 23 es fiesta, no hay clase, porque es el cumpleaños de mi padre”. Este año el 23 me levanté sesentón, ya puedo optar al Club de los 60. Espero que mis pareceres públicos, no dejen mi bolita fuera del bombo del sorteo de los viajes. Aunque deseo quede mucho tiempo por disfrutar de familia y amigos, de la vida, puedo decir, como provisional balance, que ni me arrepiento ni rectifico por nada de lo hecho y dicho; es lo que tiene hacer y decir siempre lo que se piensa. Bendita coherencia.