Mad Max: Carreteras palentinas
La Firma de Borja Barba

Mad Max: Carreteras palentinas
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Palencia
Hay voces, algunas de ellas autorizadas y todas, desde luego, interesadas, que sostienen que el mal estado de las carreteras no tiene ninguna relación con su índice de siniestralidad. Un evidente afán exculpatorio ante lo que supone, a simple vista, una flagrante dejación de funciones y una oda al deterioro sistemático de los bienes públicos. Como si las deficiencias del firme o de la señalización, exentas de cualquier inspección técnica de dictamen vinculante, fuesen un elemento extraño para quienes deben someterse a ellas. No es que lo mío funcione mal, es que usted no sabe usarlo. Porque, eso sí, solo usted, entregado ciudadano de a pie, está obligado a prestar su vehículo a una revisión periódica obligatoria que acredite que está en condiciones adecuadas para la circulación. Y solo usted está sometido al implacable imperio de la ley. Y la ley, ya lo vociferaba con furia Joe Strummer, siempre gana.
Resulta contradictorio que en un mundo en el que parece no haber sitio para los antiecológicos coches diésel con más de veintipico años, el mal estado generalizado de nuestras carreteras se haya convertido en parte imprescindible de nuestro paisaje. Tras la broma pesada de la famosa línea verde de la CL-615, que aun estando inoperativo en buena parte de su trazado es la vía titular del radar de tramo más largo de todas las carreteras nacionales, a algún iluso entre los que me incluyo le dio por pensar que, lejos del mero afán recaudatorio, se atisbaba un esfuerzo por mejorar las condiciones de una de nuestras principales vías de comunicación. Y que, después del controvertido radar, llegarían las mejoras en el asfalto, en la señalización o en la visibilidad de los distintos cruces que atraviesa. Pero nada más lejos de la realidad. La esperanza es un error y viajar hoy desde Palencia hasta Guardo exige prepararse para emular a Max Rockatansky en ese mundo de carreteras postapocalípticas dibujado en Mad Max. Similares circunstancias concurren en la CL-626, cuyo deplorable estado entre Guardo y Aguilar ha llegado ya a las Cortes, o, y esto ya es para antología del disparate, en la castigada autovía A-67, particularmente entre Herrera y Mataporquera.
Fue el pasado mes de noviembre cuando el Consejero de Movilidad y Transformación Digital, José Luis Sanz, calificó el estado de estas carreteras como, y cito textualmente, “aceptable”, dando así a entender que su reparación no urgía. Quizá su estado sea efectivamente aceptable para un viaje ocasional de placer. O para recorrer el tramo en coche oficial y confiando la atención en la carretera al chófer. No es tan aceptable para quien se ve obligado a circular por estas vías para acudir diariamente a su puesto de trabajo. O a una cita médica en la capital. Con lluvia. Con heladas. Con animales salvajes cruzando la carretera. Y poniendo nombre propio a cada bache inútil e insistentemente parcheado.




