Angelines, un espíritu rebelde y humilde en Aranda que fue y es imagen de Montermoso

Aranda de Duero

Nuestro trayecto con Pinturas Brogeras por la memoria nos permite profundizar en la importancia de no juzgar a nadie sin permitirle darse a conocer. Y los recuerdos de María Ángeles Montero ‘Angelines’ nos permiten realizar un trayecto por la autenticidad de una persona que hace más grande al personaje de quien, durante décadas, ha sido y es imagen y relaciones públicas de Montermoso.

Dice Ausen Frutos que “a la memoria, caprichosa y a veces coqueta y presumida, le gusta viajar por los recuerdos y hacer turismo por los caminos de las biografías en unas ocasiones de forma organizada y planificada y en otras de manera improvisada y al azar. Sabe que a los recuerdos más buscados y a los quizá menos apetecibles se llega por caminos difíciles de transitar que se hacen en soledad o por carreteras cómodas y con mucho tránsito donde es posible encontrarse y mezclarse con otros”, definiendo muy bien el perfil de una mujer de enorme vitalidad que ha sabido demostrar como nadie que, remangarse para trabajar en lo que sea es perfectamente compatible con lucir siempre presumida y espléndida.

Angelines es Montermoso

Angelines es a Montermoso lo que Montermoso es a Angelines. Y detrás, una vida que nunca fue fácil, primero para superar con rebeldía le educación en una familia de militar en el contexto de unas décadas en las que la mujer tenía concedido un rol que ella se negó a dar por válido. Después, con capacidad de esfuerzo y sacrificio, para ejercer su papel profesional y maternal en un hotel convertido en hogar familiar.

Dice estar viviendo “un momento estupendo. Estoy viviendo mi última etapa de vida y quiero aprovecharla. Sé que en la vida, dentro de nada, no voy a poder desarrollar muchas de las cosas que hago ahora. Ese momento llegará. A partir de los 70 años hay que pensar en los meses, días y años que me puedan quedar, y tengo que vivir”. Angelines se considera “arandina, soy de Aranda". "Llevo más de cincuenta años aquí. Mi padre era militar, la trasladaron a Burgos para realizar unas maniobras y mi madre dio a luz en un pueblecito que se llama Villagonzalo Pedernales. A los siete días de nacer, cuando se recuperó mi madre, le destinaron a Valladolid y allí estuve hasta que me casé”, explica.

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Sus recuerdos de infancia y juventud “son maravillosos” y criarse en la casa de un militar “tuvo que solo en Valladolid tuvimos cuatro residencias distintas". "Estudié en un colegio de monjas, después bachillerato, inicié una carrera que después dejé y acabé de secretaria de dirección en una gran empresa. En aquellos años se jugaba en la calle, íbamos a ver a mi padre al cuartel y poco más”, añade. Se confiesa “la niña mimada por ser la pequeña de tres hermanos y he vivido muy feliz”.

Rebelde de gran corazón

De la educación recibida siendo su padre militar reconoce la parte de disciplina y orden “a las 10 había que estar en casa, modales de cómo comer, qué amistades tienes, el rezo del rosario en casa... hablamos de hace muchos años". "Vivíamos lejos del colegio y, en aquella época, los militares tenían asistentes y el colegio estaba lejos de casa. Nos recogían en un coche de caballos como medio de transporte. ¡Aquello era un espectáculo! Mi padre estaba destinado a una Granja militar a 10 kilómetros de Valladolid, claro”, refleja.

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Habla con mucho cariño Angelines de haberse criado “en el seno de una familia humilde, sin lujos. Mis padres nunca se fueron de vacaciones, íbamos a ver a los abuelos al pueblo…una familia unida y humilde". "En aquella época, para casarse con un militar, tenías que tener una cartilla de haber recibido la educación de saber coser, bordar, preparar el ajuar de un bebé... Lo que era la sección femenina de entonces, donde aprendías a comportarte. Yo era rebelde, me escapaba a jugar con los chicos al balón en el Campo Grande. Esto con 13-14 años. Era rebelde pero a la vez seguía una línea de buena educación. Yo decidí después sacar mis estudios y no ser solo una buena ama de casa”, detalla.

El amor le llevó a Aranda

En Valladolid conoció a Jesús Samaniego, el amor de su vida y la persona por la que se desplazó hasta Aranda de Duero después de casarse. Él, una referencia en la Ribera del Duero en el sector hostelero. "Fue a ver a una compañera mía de trabajo, me conoció a mí y le cambió la idea. La familia de mi marido regentaba lo que se conocía como El Frontón, que fue un lugar emblemático. Era un restaurante donde iba todo el mundo en aquellos años. El baile, había una zona donde pasaban los enamorados, allí se ligaba, se casaban todas las parejas”, dice.

La Angelines rebelde que salió de Valladolid no perdió ese espíritu indomable en Aranda: “llegué solo con mi cama de matrimonio, armario y mesillas. Y todo se puso en una habitación del hotel Montermoso. En aquella época estábamos solo mi cuñada y yo. Y mi vida en el hotel no ha sido nada fácil. Yo, que soy presumida, llegué toda mona y puesta y lo primero que me dijeron ¡¡el uniforme!!. Y yo le dije a mi Jesús que eso no me lo ponía. No aceptaba ni uniformes ni leyes ni nada. Yo pedí excedencia de dos años en la empresa por si me tenía que volver a Valladolid. Y mi marido me decía que había que trabajar. He hecho de todo en el hotel. Empecé en la recepción, he estado haciendo habitaciones, en la cocina…he hecho de todo y a mucha honra”.

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Es conmovedor escuchar a esta rebelde con causa, que fue la de trabajar mucho por sus hijos, decir que “la gente está muy equivocada conmigo. Mi vida no ha sido fácil y he hecho de todo. Hay gente que, sin conocerme, ya dice. Y yo siempre digo, conóceme, habla conmigo y vas a saber cómo soy como persona. En esta vida todos somos iguales, pero me ven tan arreglada, con mis tacones…he trabajado mucho con mi marido y mis hijos para sacar un negocio adelante”. Angelines se define como “una relaciones públicas, porque a la gente le gusta ese trato personal. Es donde más cómoda me siento”.

Conoció a Julio Iglesias

Un hotel da para mucho. Y para conocer a mucha gente como su adorado Julio Iglesias “con el que he comido un par de veces. En el hotel se alojó también durante cuatro meses José Luis Garci haciendo la película Canción de Cuna, con Maribel Berdú y Alfredo Landa. Incluso me dieron un papel de monja y no hay Dios que me conozca”, dice entre risas.

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Mira cincuenta años atrás y cree que Montermoso está “en su mejor momento, con mi hijo Iñigo al frente y la dirección de Gloria, que es única y lo dejamos todo en sus manos. He tenido mucha suerte con los dos”. Atrás y ahora, quedan muchas tradiciones vinculadas a una meca de la hostelería en la Ribera del Duero “como el típico belén en Navidad con nuestro chocolate, el cotillón de Nochevieja o las Águedas, que antes celebrábamos con boys y un sacerdote me sacó en la hoja parroquial por hacer esas fiestas", recuerda con cierta añoranza.

Vive, disfruta y exprime con experiencias la vida, junto a sus tres hijos, a los que adora, además de su condición de abuela. Angelines es auténtica, única e inimitable.

La charla al completo en este Viaje por la Memoria con Ausen Frutos y Valentín García puede reproducirse en el audio superior. También puede escucharse en Spotify pinchando AQUÍ.