¿Tan mal está todo?
La firma de Ángel Martínez

La Firma de Ángel Martínez / Ángel Martínez

Aranda de Duero
¿Tan mal está todo? Veo tanto odio. Creo que si estuviera en el gobierno no contestaría a esas provocaciones. He recogido durante una semana los improperios de las relaciones entre los dos partidos más numerosos.
Y las últimas armas arrojadizas entre estas formaciones mayoritarias son gavillas de insultos, textos de whats app envenenados, declaraciones judiciales intencionadas, apuntes de llamadas telefónicas, mentiras rebozadas en odio y todo transmitido por caras llenas de expresión amenazantes con indirectas, interrogaciones o preguntas que buscan sembrar la sospecha, la duda, el malestar general.
No quiero vivir en un país construido con estos mimbre enfangados en el lodo del rencor, creo que por envidia, con falta de respeto,…
Nos venden desde sus programas electorales un mundo con medidas de solidaridad, empatía, prosperidad, riqueza y lo único que vemos son escenas (bien representadas) de inseguridad, guerra verbal, exabruptos, injurias, agravios, ultrajes que provocan en el ciudadano un malestar vital que lleva a enfrentamientos absurdos e innecesarios. Y caemos en la trampa y confrontamos y nos odiamos y gritamos y mandamos mensajes cargados de estierco mental arrojadizo.
No podemos entrar en este juego. No lo queremos. Los “políticos” creen, saben, han comprobado que en el enfrentamiento, el insulto, la pelea está el éxito y el voto. No sigamos por ese camino, olvidemos ese estilo político y apostemos por la iniciativa, la propuesta, la búsqueda de soluciones, huyendo, maginando al “profesional”, al que sólo siembras tempestades pensando que cuanto peor, mejor para él.
Hacer caso a los agoreros, a los que hablan de caos, de colapso, de dictadura nos lleva a vivir un presente triste, desbordado de negatividad que impide que miremos al futuro sin esperanza y nos incorpora al grupo, a la secta de la mentira, el desorden, el malestar permanente y enfermizo
Encendamos la pequeña luz de la verdad con ilusionante espera de otra manera de ser y de estar.
Un saludo sin rencor, de verdad, al estilo de Pepe Mujica.




