Con los de aquí solo a la peonza laboral se le acaban las vueltas

Palencia

Buenos días, llevo tiempo insistiendo, a fuer de ser repetitivo, que aun siendo Palencia una provincia con estructurales problemas demográficos, lo primordial, y a cortísimo plazo, es la evolución de nuestra envejecida población activa. Está en juego el futuro económico y laboral, y con él, el poblacional.

En un comentario reciente dije que hay que quitar el foco de las cifras mensuales o trimestrales de desempleo, en niveles mínimos, con sectores productivos en los entornos o por debajo del 5% que marca el pleno empleo, y fijarse más en la envejecida población trabajadora y en el menguante ejército de reserva del mercado de trabajo.

De los más de 66.000 trabajadores actuales de la provincia, por cuenta ajena o propia, de aquí a cinco años, que es tanto como decir hoy, en cifras redondas, 9.400 se jubilarán, más del 14% de los que tenemos. Mañana, dentro de diez años, el 28 % de los trabajadores estaremos merecidamente jubilados, más de 18.500 de los ocupados actuales. Pasado mañana, en quince años, el roto de nuestra pirámide laboral, será mayúsculo. En los próximos tres lustros nos vamos a jubilar el 42% de los actuales cotizantes, unos 28.000.

Si relacionamos esa cifra de trabajadores actuales que van a dejar de serlo de aquí a 2040 con las cohortes poblacionales que les han de sustituir anualmente, los menores de 15 años, nos damos de bruces con una realidad que no se quiere ver. ¡Hay menos habitantes en las cohortes sustitutivas que trabajadores se necesitan, un déficit de 10.000 potenciales trabajadores!

Repito, el problema más acuciante de Palencia no es la pérdida poblacional, amortiguada en los últimos cuatro años por el fuerte aporte de la inmigración exterior, sino el envejecimiento de nuestro mercado de trabajo, de los ocupados, y su falta de reemplazo.

La imagen gráfica de nuestra pirámide de edades de los cotizantes a la Seguridad Social, es una perfecta peonza de aquellas de madera y punta de hierro que los baby boomers hacíamos bailar a la salida del cole, con la mayoría de trabajadores por encima de los 45 años.

El baby boom no va a volver, esa sociedad basada en la división sexual del trabajo (hombres con trabajo fuera de casa, mujeres en el hogar y para la crianza) hoy, afortunadamente, es pasado. Aunque volviera, como algunos añorantes del patriarcado de la licencia marital quieren, no sería la solución inmediata que necesita nuestra economía ya… salvo que, también, pretendan recuperar el trabajo infantil.

Una peonza, a la que, si no tiran de la cuerda los que vengan de fuera, los inmigrantes, las vueltas se le harán más lentas, hasta caer. Necesitamos, desde ya, que cada año vengan no menos de 1.200 trabajadores porque, aquí, ahora y en el horizonte, no hay reemplazo.

Hoy la inmigración, la atracción de mano de obra, se produce en un mercado competitivo, dentro no sólo de España sino de toda la Unión Europea. Donde menos estupideces xenófobas se oigan, donde se les den mejores condiciones laborales, donde haya más facilidades de acceso a la vivienda, allí aportaran su trabajo, bien sobre el que se asientan nuestras sociedades actuales, los impuestos y las pensiones.

Nadie viene a quitar el empleo a nadie, o vienen o los empleos se irán. De los sectores tradicionales con fuerte peso de la mano de obra inmigrante (agricultura y ganadería, hostelería, empleadas de hogar, construcción, transportes…) se está pasando ya a una implantación en otros como los servicios a las personas (residencias de tercera edad), la industria o la sanidad. A quien expande o blanquea odio étnico por cortoplacistas réditos electorales, hay que exigirles que digan qué empresas son las primeras en cerrar o irse por falta de trabajadores.