La Ventana de León
Opinión

Rodri

Juan Miguel Alonso

León

Hubo un tiempo en que los representantes de los trabajadores no peleaban solo por los derechos laborales de sus iguales, sino por algo mucho más importante, por la libertad , por las libertades , esas cosinas sin importancia de la reunión, la asociación , la expresión. La base de eso que se llama la democracia, y que algunos confunden con las cañas , la terrazas. Esa lucha, que no traía aparejada las horas sindicales ni la conciliación, traía a menudo persecución, detenciones ilegales, torturas, prisión y a veces, el vuelo desde alguna ventana mal cerrada en cualquier comisaría. Se llamaba dictadura.

Traigo a colación este recordatorio porque se nos ha ido estos días Rodrigo González González, el Rodri, que fue un ejemplar fantástico de estos luchadores por la libertad, por los derechos de los curritos, como él, que desde una Conserjería de cualquier facultad era capaz de cantarle las cuarenta al rector de turno, o al decano, o al catedrático pavo real, porque habitaba en el Rodri una autoridad que emanaba de la coherencia y del compromiso. La diferencia entre la potestas y la autoritas que tanto cuesta entender a veces a los mandarines en sus despachos enmoquetados.

Hoy se aplaude con pasión retarder a los Cayetanos y las Ayusas que venden una libertad brilli brilli o una democracia de privilegios antiguos. Hoy se trampea con las palabras, y se dice que la dictadura está aquí, pero no es cierto, la dictadura estaba allí, y cayó porque muchos como Rodri se dejaron el pellejo en la lucha de todos. Gracias, compañero, por la palabra, el ejemplo y la sonrisa. Esa luz de ojos pequeños y travesura infantil que escondía a un gigante.