De leones y cofradías

León

Parte del relato municipal de una alcaldía se contiene en los innumerables gestos de pequeño tamaño que nos permiten determinar el alma del escenario que se describe. Todos juntos le ponen el apellido político, social y humano al protagonista que nos gobierna.

Desde ese punto de vista, en el caso de León, no es un detalle menor llenar el callejero de la ciudad con nombres de las cofradías de la Semana Santa, mientras se siguen manteniendo más de una docena de calles y plazas con los de destacados miembros de la dictadura franquista. Cuando menos es una indignidad política para un equipo de gobierno que ignora desde hace años la Ley de Memoria Democrática.

De bastante menos enjundia, pero significativo, es observan cómo se entretienen quienes planifican los adornos urbanos en gastar cientos de miles de euros en sembrar la ciudad con la figura de leones metálicos. Tanto afán por el rey de la selva sobrepasa los límites del buen gusto a la hora de adornar esta urbe cual llanura del Serengueti.

Sin apenas tono social ni criterio político diferencial la gobernanza incluye de obligado cumplimiento el no faltar a misa mayor y a procesiones. Una vez pactado el acuerdo de mínimos con el partido que lo sustenta, la dirección de la alcaldía transita temporalmente por un lecho donde el color morado tiene topadas las salidas de tono.

Las estimables ayudas por parte del fuego amigo de algunos medios de comunicación locales se garantiza una beneficiosa presencia mediática. El relato en blanco en perfecto para sumar voluntades en las horas valle. Si no ocurre nada este color puede servir de tono hasta el fin de la legislatura.

El blanco, sino se mancha sirve para un roto y para un descosido. En 2027 se cumplirán dos décadas en las que Díez ha tenido nómina municipal.