40 europeos, 40 años de progreso
La Firma de Javier Gómez Caloca

"40 europeos, 40 años de progreso", la Firma de Javier Gómez Caloca
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Palencia
Ayer se cumplieron 40 años de la firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE), hoy, Unión Europea (UE).
Esa fecha marca un antes y un después en nuestro desarrollo económico y social. La democracia se había recuperado diez años antes, pero es a partir de la entrada en la CEE cuando el país entra, eso sí, con décadas de retraso, en la modernidad, pasando del blanco y negro al color.
En estos tiempos líquidos que transitamos, de memoria caduca, con generaciones que ya nacieron siendo europeos, hay que recordar cómo, en los primeros años, hasta el 93, sólo hacíamos que recibir pasta y más pasta desde Bruselas, que procedía de los impuestos de alemanes, franceses y otros. Todo el desarrollo de infraestructuras terrestres que hoy tenemos, como el AVE, las autovías, como la de Palencia a Valladolid, depuradoras de agua… todo se hizo con el aporte de los Fondos Estructurales. La Olimpiada y la Expo, que nos puso en el mapa, no hubieran sido posibles sin el dinero europeo. Aun hoy, ya contribuyentes netos del Presupuesto comunitario, no hay obra de infraestructuras, más grande o más pequeña, que no lleve cofinanciación europea; miren los carteles anunciadores, desde el más pequeño municipio a las estatales. Nos vamos de ERASMUS, no hay aduanas ni fronteras, con el DNI nos vale.
Nuestra agricultura y ganadería, gracias a la Política Agraria Comunitaria, esa PAC que consume un tercio del presupuesto comunitario y de la que ahora los nietos, con abundantes ayudas europeas para su incorporación a la explotación familiar, con naves, maquinaria y hectáreas aumentadas sufragadas, en parte, con fondos europeos, reniegan. Esa PAC que complementa las rentas con mil millones anuales en la Comunidad, cien en Palencia, se paga con los impuestos de todos los europeos y, por ello, tiene un apoyo ciudadano condicionado a la garantía de calidad alimentaria, al pagar por
producir y al cuidado del medio ambiente. Pedir a Europa que pare los aranceles de Trump, nosotros solos no podríamos, y, al mismo tiempo, los ponga al cereal de Ucrania, el invadido, y se los quite a los fertilizantes de Rusia, el invasor, además de incoherente, es quererlo todo y no entender nada.
En la crisis financiera de la década pasada, una UE campeona de la austeridad, se equivocó y sirvió de coartada a que gobiernos de derechas, como el del PP aquí, rescataran a la banca y arrasaran los derechos de parados, trabajadores, empleados públicos o pensionistas.
Pero, cuando peor lo pasamos, en la pandemia del 20, la Unión Europea nos rescató. Primero, nos salvó la vida, gestionando una compra centralizada de vacunas, la primera gran política sanitaria común, que evitó repetir la guerra de las mascarillas.
Segundo, los fondos Next Generation, que se crearon con deuda común para combatir la crisis económica y social causada por la pandemia. ¿Dónde estaríamos hoy sin sus 140.000 millones de euros, 72.500 gratis total y el resto préstamos a largo plazo y bajo interés?
La derecha, desde que Aznar llamó pedigüeño a Felipe González cuando planteó la creación de los Fondos de Cohesión para compensar que España empezaba a ser contribuyente neto hasta Feijoo maniobrando contra los Fondos Next Generation, siempre ha visto la Unión Europea como otro campo en el que hacer oposición. Ahora, hasta hacen públicos autos de fe contra la UE para que Vox los apoye en Comunidades y Ayuntamientos.
Europa nos ha hecho vivir mejor, necesitamos más Europa, más política común, cada país por su cuenta no pinta nada en un mundo en manos de cuatro sátrapas, que no respetan ni el derecho internacional, y media docena de oligarcas tecnológicos que se aprovechan de nuestra, voluntaria, servidumbre en la red.
Ya lo dijo Ortega y Gasset, “España como problema, Europa como solución”.




