Domingo de arte efímero

Palencia

Mientras las aguas sucias rezuman por las alcantarillas del Estado, incapaces ya de evacuar chabacanerías que harían sonrojar a José Luis Torrente, el alto rango político de nuestro país se empeña en sacar a relucir el más amplio catálogo de deslealtades y menosprecios a la democracia que Clístenes de Atenas pudo llegar a imaginar. Ante esta caterva política vestida con trajes ignífugos, los mayores ejemplos de unión, de dignidad y de intención de sacar esta maltrecha sociedad adelante siguen viniendo de la base de la pirámide social.

En estos tiempos en los que convertirse en viral es la gran aspiración para una amplia parte de la sociedad y en los que el éxito de cualquier actividad se mide por el número de ‘likes’ rebañados, cobra una especial importancia el trabajo desinteresado y altruista con el único fin de hacer del lugar en el que uno vive un sitio un poco mejor. Sin mayores pretensiones. Sin buscar convertirse en ‘trending topic’, ni ser el programa líder en su franja.

Ya advirtió José Ortega y Gasset que una sociedad solo se sostiene si muchos aportan su colaboración al esfuerzo colectivo y que si, por el contrario, todos prefieren gozar del fruto en lugar de participar en la tarea de conseguirlo, la sociedad acabará hundiéndose. Por eso mismo, porque han sabido aunar centenares de pequeños esfuerzos individuales para la consecución de un fin común, admiro la tenacidad y el desempeño de la Asociación de Alfombristas de Carrión de los Condes, quienes este próximo domingo volverán a comandar a sus vecinos para desparramar por las calles y plazas carrionesas el colorido y la vistosidad del arte efímero de las alfombras florales.

Uno debe de acudir a Carrión en la mañana del día del Corpus Christi con su capacidad de asombro intacta. Dispuesto a admirar ya no solo los vistosos tapices naturales, sino el valor social del trabajo en común. Porque, como dice mi buen amigo Antonio Agredano, si una obra de arte despierta un sentimiento, el que sea, es que la creación valió la pena.

No puedo dejar de animarles a que acudan este próximo domingo a Carrión. A que comprueben personalmente lo que ocurre cuando el compromiso es un acto y no una palabra volátil. Ante la masiva turistificación de la banalidad, de los columpios tamaño Brobdingnag y del acero corten a mansalva, crear arte con pétalos de flor, viruta de madera, césped recién cortado y posos de café tiene algo de inocencia pura. De despreocupación infantil. De voluntad de crear arte por el simple placer de disfrutar del proceso de creación. Como Parthenope di Sangro, sin ser consciente del asombro que provoca su belleza a su paso.