Chupar del bote

La columna de Rafa Gallego: Chupar del Bote (20/06/2025)
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León
El olor de los tilos me transporta a otro tiempo. Es un impulso que no sé explicarte, un eco del ayer que me conmueve. Me encanta ese tramo frente al Colegio Camino del Norte, junto al Bernesga, con el frescor del río y el dulce de la tila en una mezcla de bienestar y calma a pesar del tráfico y de la prisa y del impulso que nos lleva en el corazón de los días. Sí vas por la zona a ver los fuegos de San Juan, busca una bocanada de ese aroma que te digo, déjate atrapar. La memoria del olfato es tan poderosa y excitante que nos desata.
Sería muy fácil, hablando de olores, decir que hay un olor a podrido que crece con las famosas conversaciones que hemos ido conociendo desde la semana pasada, esa peste impúdica de dinero y fiestas, eso que tantos han negado tantas veces y que ahora se revela casi de forma incontestable: algunos se han dedicado a chupar del bote al tiempo que se exhibían como salvadores de la patria y de la moral. Ese olor a podrido no me impide disfrutar del perfume de los tilos de la ribera del río, porque creo que algo limpio debe quedar al margen de todo eso que huele mal tanto en la izquierda como en la derecha, porque me niego a creer que todos son iguales y que todos chupan sencillamente del mismo bote. Me da un asco enorme la imagen de todas esas bocas arrimadas al mismo bote a la vez o por turnos.
Pero eso no justifica las pintadas en la fachada de la sede del PSOE, porque no todos allí son eso que se dice. Hasta es difícil saber si habrá alguno de los de aquí que pudiera estar amorrado a ese bote. Por mucho asco que nos produzca el caso, la descalificación general no resuelve nada. Es verdad que hay que tomar mucha tila para calmar los nervios viendo todo lo que estamos viendo. Es verdad que se dice que algunos de los dirigentes de aquí estaba muy cerca de alguno de los del triángulo tóxico. Es verdad que el aparato del partido puso a rodar toda su maquinaria en las primarias que denuncia el candidato perdedor. Todo eso puede que sea verdad, pero no es política. Al menos no es “la política”. Es otra cosa.




