Luz y sombra en el albero: balance de la Feria Taurina de San Juan 2025

Soria

Un año más, la Feria Taurina de San Juan puso el broche de oro a unas fiestas donde el toreo sigue ocupando un lugar central en el corazón de los sorianos. En esta edición de 2025, las dos tardes grandes, la del Sábado Agés y la del Domingo de Calderas, ofrecieron espectáculos muy distintos en emoción y resultados, dejando una sensación de desequilibrio que no ha pasado desapercibida para la afición ni para los expertos.

El crítico taurino Juan José Hernández, veterano cronista de la feria, no oculta su valoración mixta del ciclo, “hemos vivido una feria con dos tardes muy diferenciadas, muy distintas en sus conceptos. La del sábado fue una tarde dura, en la que el palco presidencial se mostró tremendamente exigente, quizá en exceso, y en la que los toros de Los Maños dejaron más ganas que emociones. El domingo, en cambio, fue una jornada de mayor brillo, con toreros que supieron aprovechar lo poco o mucho que ofrecieron los toros de Bañuelos, y con una plaza que respondió con entusiasmo”.

El festejo del sábado se caracterizó por el bajo juego del encierro de Los Maños, toros que, en palabras de Hernández, “se dejaron en la muleta, pero no sacaron ni la casta, ni la fuerza, ni la transmisión que era de esperar”. Solo el primero del lote dejó alguna nota positiva, “ese toro empujó con bravura en el caballo, mostró nobleza y fue probablemente el más destacado de toda la feria sanjuanera”.

El soriano Rubén Sanz fue uno de los nombres propios de la tarde, teniendo que estoquear tres toros tras el percance de David Galván, y dejando, según el crítico, “la mejor serie al natural de toda la feria”. A pesar de su entrega, el palco presidencial negó las orejas solicitadas por el público. “Rubén estuvo francamente bien, muy solvente y templado. La negativa del palco a conceder trofeos fue, al menos, discutible”, subrayó Hernández.

Galván, por su parte, sufrió un grave percance abdominal que obligó a su traslado al hospital Santa Bárbara, del que fue dado de alta por la noche. En cuanto a Joselito Adame, apenas dejó huella, “bullicioso, con ganas, animoso… pero sin más. Le faltó poso”, sentenció Hernández.

La corrida del domingo ofreció un panorama muy distinto. Con la plaza prácticamente llena, los toros de Antonio Bañuelos mostraron más nobleza que bravura, pero permitieron el lucimiento. “Fueron toros en general mansos, pero con cierta calidad, sobre todo el segundo y el tercero. Eso sí, fue incomprensible la vuelta al ruedo concedida al segundo, un toro que acabó rajado en tablas, síntoma claro de mansedumbre”, explicó Hernández.

El triunfador indiscutible fue Borja Jiménez, que cortó tres orejas y cuajó, según el experto, “la faena más sólida de la feria”. David de Miranda logró dos trofeos y Emilio de Justo, con el lote más flojo, se llevó una oreja a base de pinceladas de su toreo clásico. “Borja Jiménez estuvo muy bien desde el primer capotazo. Quería los trofeos sí o sí, y lo demostró. Fue una tarde de compromiso total por su parte”, apuntó el crítico.

Afición viva y entregada

Más allá del resultado artístico, la feria ha vuelto a confirmar el arraigo profundo que la tauromaquia tiene en Soria, especialmente durante San Juan. Las peñas, el calor del público y el lleno del domingo confirman que, a pesar de las controversias, el toro sigue siendo parte esencial de la identidad sanjuanera. “Hay algo especial en Soria durante San Juan. Es una ciudad que vibra con el toro, que lo siente y lo defiende. Y aunque haya altibajos en lo artístico, lo que nunca falta aquí es pasión”, resume Juan José Hernández.

Concluye así una feria de contrastes, de emociones encontradas, pero también de momentos que quedarán grabados en la memoria de una afición que nunca falla.