Una vida de maestra forjada en la Ribera: María Asunción Araúzo

Aranda de Duero

“El magisterio, como otras tantas dedicaciones, imprime carácter. Quizá de manera excepcional. La labor del enseñante, el magisterio, la profesión de maestro sólo se entiende desde la inquebrantable vocación de quien la ejerce. No se contrata ni se paga a los docentes para que den clase a los alumnos sino para que los enseñen y sólo se enseña cuando el alumnado aprende. Una relación inseparable la de la enseñanza y el aprendizaje. Las personas que ejercen esta imprescindible tarea de enseñar desde la vocación disfrutan de la enseñanza y es quizá una de las máximas de la educación que cuando el profesorado disfruta enseñando, el alumnado se divierte aprendiendo.

Hoy en esta edición de los ‘Viajes por la memoria’ recorreremos las avenidas, las callejuelas y los rincones de la memoria de una maestra de vocación y entrega, de dedicación y pasión, de voluntad y sabiduría. Es bueno que los pueblos y sus gentes reconozcan el valor de los maestros que han enseñado a tantas generaciones y, es de buenos pueblos y de buenas gentes reconocérselo y agradecérselo personalmente. Y nosotros, en este programa no queríamos dejar pasar la oportunidad de hacerlo con una maestra, una vida y una memoria ligada a la ESCUELA en el más amplio sentido de su polisemia. Hablamos ya con María Asunción Araúzo López.”

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Docencia 'desde la cuna'

Tras esta introducción de Ausen Frutos, saludamos a una docente con todas las letras, y dentro de una familia de profesores: lo fue su padre -de hasta 100 alumnos por clase, de mañana y de tarde y hasta en extraescolares-, que ejerció en Adrados (Segovia) y luego en Aranda, donde nació Asun, si bien muchos años hizo el camino inverso al que profesan muchos ahora: en verano en Aranda, y durante el curso, en el pueblo. Y parece que la saga prosigue: su nieta ha entrado en Magisterio, algo que presume con razón en toda la entrevista. Aún recuerda una infancia bonita. Y un Adrados al que sigue acudiendo de vez en cuando para refrescar sus recuerdos y seguirse abrazando con esos compañeros de batalla.

La carcasa, el modo de enseñar, ha cambiado, pero el trasfondo que es educar, de alguna forma se mantiene. "Mi primera escuela como maestra fue la de Sinovas. Aprobé la oposición en Burgos, y podía haber elegido la capital, pero no quise. No quería separarme de mis padres. E iba y venía todos los días en bicicleta. Era un espacio reducido y viejo. Con mesas largas y bancos adosados, pero no había para todos. Los pequeños tenían que traer de casa un reclinatorio con un cojín", recuerda, reconociendo que "antes estaba permitido algún capón, y cuando había mejor letra había mejor nota", y que "las materias eran iguales para chicos y chicas; lo que era distinto, es que en las manualidades además del dibujo geométrico, yo le enseñaba lo de las labores, y el maestro a los chicos otras cosas".

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El amor

Y entre tanto ir y venir, en unas vacaciones, y con lazos en común por amistad, surgió el amor con su marido -un amante de la fotografía, y con vínculos con el Teatro Cine Aranda-. "En unas Navidades me pidió para ser novios. A mi abuelo, antes de marcharme a Cabañes para trabajar, se lo dije. Y me reconoció que era el mejor chico de Aranda con el que podía estar. Al día siguiente me tuvieron que venir a buscar, porque había fallecido. Pero qué recuerdo tan bonito me dejó mi abuelo", explica.

La que tuvo, retuvo

En un mundo donde a las mujeres, por lo general, se les enseñaba para dedicarse a las tareas del hogar, Asun siempre tuvo claro su intención de dedicarse a la docencia. De ir más allá. Su asentamiento como docente fue en Honrubia de la Cuesta, donde estuvo 14 años, hasta que llegó a Aranda, al Simón de Colonia. Y su afán por la docencia es tal, que durante un tiempo estuvo dando clase a mujeres de la AECC, y ahora en la asociación de vecinos de la zona centro, con quien retomará el curso tras las fiestas de Aranda.

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Tras estos largos recuerdos, su tiempo de futuro pasa por los crucigramas o los sudokus, además de la lectura, las clases a las señoras, e incluso poesía. Mucha actividad. Y un recuerdo constante hacia su vocación. "He tenido una vida feliz como maestra. Lo importante es ayudar a los demás con el trabajo que nosotros tenemos. Y creo que una nunca deja de ser maestra", sentencia.

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Este viaje por la memoria al completo, con Ausen Frutos y Valentín García, puede reproducirse en el audio superior.