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El Obispo de Palencia pide a San Antolín que interceda para que "protagonicemos un año de reconciliación"

El prelado aboga por la escucha mutua y por los cuidados de los más vulnerables

Mikel Garciandía, obispo de Palencia, oficia la eucarostía central del día de San Antolín / Beatriz Álvarez

Mikel Garciandía, obispo de Palencia, oficia la eucarostía central del día de San Antolín

Palencia

El Obispo de Palencia, Mikel Garcíandia, cerraba su homilía de San Antolín en la Catedral de Palencia afirmando que "pido a nuestro patrono su intercesión a cada uno de nosotros, para que protagonicemos un año de reconciliación, de escucha mutua, de cuidados a los más vulnerables, a los últimos. Dios creador nos haga cocreadores con Él de este mundo nuevo. Tendamos puentes, caminemos unidos, saquemos lo mejor de nuestro corazón. San Antolín, ruega por nosotros". Reproducimos de forma íntegra dicha homilía en el día grande de las Ferias y Fiestas de Palencia.

"Querida comunidad diocesana, apreciadas autoridades locales, provinciales, regionales, a cuantos seguís la celebración por la televisión y otros medios, paz y bien.

Os felicito de corazón por nuestras fiestas de San Antolín, y en este ámbito eclesial eso significa felicitarnos por venir a honrar la memoria de un diácono de la Iglesia del siglo IV. Como tantos cristianos de su tiempo, tuvo que elegir libremente entre una vida cristiana a medias, en huida y miedo, o por dar la cara por Jesús, Salvador de la humanidad. Acabamos de escuchar su palabra en el Evangelio: “el que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará”. Y eso es exactamente lo que estamos cumpliendo. Antolín fue servidor de la comunidad cristiana, y su ministerio le llevó a la coherencia hasta el final. Y mil setecientos años después, Dios Padre sigue honrándolo a través de cada uno de nosotros.

En Apamea de Siria derramó su sangre, y desde Pamiers, en Francia, sus reliquias llegaron hasta Palencia. Ayer actualizamos una vez más su liturgia en el rito hispano-mozárabe, empleando las mismas oraciones con las que la que nuestros antepasados celebraban en el siglo VII y en el XI esta misma fiesta. Traigo hasta aquí algunas de esas palabras de la liturgia de San Antolín: “Dios, tú eres la fuerza invencible y el vigor indestructible de los santos; muestra tu fidelidad en tus mártires, entre los que tu santo mártir Antolín, resplandece por su paciencia vencedora: haz crecer pues con perenne felicidad a la Iglesia que te alaba, en medio de sus combates; para que, honrando con toda devoción al santo mártir, obtenga de ti, junto a él, la gloria de la santidad”.

Imagen de San Antolín en el interior de la Cripta de la Catedral

Imagen de San Antolín en el interior de la Cripta de la Catedral / Beatriz Álvarez

Imagen de San Antolín en el interior de la Cripta de la Catedral

Imagen de San Antolín en el interior de la Cripta de la Catedral / Beatriz Álvarez

La paciencia vencedora, esa de la que habla el apóstol Santiago en la epístola: “considerad, hermanos míos, un gran gozo cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas, sabiendo que la autenticidad de vuestra fe produce paciencia”. ¿Cómo puede ser eso? Unir “gran gozo” con “toda clase de pruebas”. Nosotros, en nuestra época solemos vincular ese gozo con la ausencia de pruebas, de tentaciones, de problemas. Porque tal vez hemos olvidado que somos peregrinos, que nuestra vocación no es la de ser dueños, patronos, jefes, sino humildes administradores de la tarea que Dios nos ha confiado. Esta vida en el mundo, y así nos lo recuerda San Antolín, es un reto. Porque es un camino, un aprendizaje, una apertura a la novedad que nos trae Dios.

Y Jesús nos alienta a no dejar esa lucha y tarea, ese trabajo y camino a medias. Ese es uno de los peligros de los que nos hemos de cuidar: la mediocridad. Claro que todos tenemos muchos límites, pero me refiero a otra cosa: la mediocridad como eso que se opone a la santidad y la seca. Vuelvo a nuestra antigua oración: “honrando con toda devoción al santo mártir, obtengamos de ti, junto a él, la gloria de la santidad”. Soy mediocre cuando me aparto del seguimiento de Jesús, y me convierto en guardián del viejo paradigma, del “siempre se ha hecho así”, del “no hay nada que hacer”, del “no tenemos remedio”. Y soy santo cuando no me conformo, no me resigno y lucho.

Queridos jóvenes que estáis aquí. Ayudadnos con vuestro empuje a que nuestro corazón y nuestra alma no se marchiten, ayudadnos a que no dejemos de soñar un mundo nuevo, en paz, en armonía, en justicia, mundo en el que la sociedad se va haciendo y tejiendo como comunidad… Esa es una tarea irrenunciable de los cristianos, y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Vuelvo al apóstol Santiago: “que la paciencia lleve consigo una obra perfecta, para que seáis perfectos e íntegros, sin ninguna deficiencia”. En el Nuevo Testamento, la palabra perfecto no tiene el sentido usual que en el idioma castellano. En griego, paciencia y perfección, hypomoné y téleios significan literalmente aguante y decisión firme de ir hasta el final.

Dios tiene un sueño, que es su Reinado de paz y amor entre nosotros. Y por parte nuestra, este Reino llega cuando nos implicamos, no meramente colaboramos. Soñar una Iglesia y una sociedad corresponsable, capaz de superar tantas barreras, bloqueos e incomprensiones, tantos bandos y tanta cerrazón. Este año como diócesis, tomaremos el lema “Creando puentes”, que considero muy oportuno, sugerente, y espero que eficaz. Queridas hermanas y hermanos, hacer fiesta tiene su pleno sentido cuando esta alegría de estos días se prolonga en el compromiso, la decisión de reconciliarnos con los diferentes. En la Iglesia y en la sociedad, somos necesarios todos, no sobra nadie. Hay demasiados puentes rotos. Lo que se hace en la guerra es destruir los puentes, cortar las comunicaciones, aislarnos en bandos. Seamos hombres y mujeres de paz, forjadores de vínculos, fraternos y serviciales

Pido a nuestro patrono su intercesión a cada uno de nosotros, para que protagonicemos un año de reconciliación, de escucha mutua, de cuidados a los más vulnerables, a los últimos. Dios creador nos haga cocreadores con Él de este mundo nuevo. Tendamos puentes, caminemos unidos, saquemos lo mejor de nuestro corazón. San Antolín, ruega por nosotros".

 

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