Un estudio en Palencia revela que el 70% de los suelos presentan desequilibrios biológicos
Así se desprende de los datos técnicos recogidos por CERES RIH y sus socios, tras más de 500 muestras analizadas
Beatriz Barcenilla en la sede de CERES RIH en Perales, Palencia / Cadena SER
Palencia
CERES RIH, fundado por Beatriz Barcenilla, impulsa desde Palencia una ambiciosa iniciativa en colaboración con Alltech Crop Science, Ideagro y Agrobarcenilla para estudiar la salud del suelo. El objetivo es analizar suelos de toda la provincia, detectar patógenos, caracterizar microbiota beneficiosa y mejorar los rendimientos sin dependencia de insumos químicos ya que en el subsuelo palentino se libran procesos invisibles pero decisivos para la productividad agrícola. “Un suelo sano es una cosecha más resistente, más rentable y sostenible”, sostiene Barcenilla. “Lo que no se ve también alimenta”.
Radiografía del subsuelo
Los datos técnicos recogidos por CERES RIH y sus socios, tras más de 500 muestras analizadas, revelan un diagnóstico claro: el 70% de los suelos presentan desequilibrios biológicos. Se constata una escasa diversidad microbiana, con niveles reducidos de materia orgánica, compactación elevada y pérdida progresiva de carbono orgánico, factores que afectan directamente a la productividad y estabilidad de los cultivos.
En lo que respecta al contenido de carbono orgánico del suelo (COS), los valores hallados en las parcelas analizadas oscilan entre las 25 y 35 toneladas por hectárea. Estas cifras se sitúan por debajo de los niveles considerados óptimos a nivel internacional, que sugieren como deseable una concentración superior a 40 toneladas por hectárea para mantener un equilibrio funcional del ecosistema edáfico.
La materia orgánica total, otro indicador fundamental para la vitalidad del suelo, se encuentra en un intervalo comprendido entre el 1,0% y el 1,5%. Este rango se considera bajo, ya que limita un desarrollo pleno de la biología edáfica y condiciona la capacidad del suelo para retener humedad y nutrientes esenciales.
El análisis del pH evidencia una marcada heterogeneidad edáfica, con valores que oscilan desde condiciones ácidas hasta suelos de carácter calizo. Esta variabilidad, en función de cada casuística particular, puede modificar la biodisponibilidad de diversos micronutrientes, generando desequilibrios nutricionales que impactan directamente en el estado fisiológico y el rendimiento de las plantas.
Otro aspecto destacado es la densidad aparente del suelo, que en la mayoría de las parcelas se sitúa entre 1,3 y 1,5 gramos por centímetro cúbico. Esta densidad refleja una estructura compactada, con una porosidad limitada, lo que dificulta tanto la aireación como la infiltración de agua, condiciones que afectan negativamente a la actividad radicular.
Por último, la capacidad de intercambio catónico (CIC), que mide la habilidad del suelo para retener y suministrar nutrientes como calcio, magnesio y potasio, se mantiene en niveles medio-bajos, oscilando entre 10 y 15 centimoles por kilogramo. Esta limitación química reduce la fertilidad natural del suelo y obliga a compensaciones externas si no se corrige estructuralmente.
Biología del suelo: entre amenazas y oportunidades
En el plano biológico, los análisis han detectado la presencia de hongos patógenos, responsables de enfermedades de raíz que provocan pérdidas de vigor, retrasos en el crecimiento y, en casos severos, mortandad de plantas. Su incidencia, en algunos casos, supera el 30% de las muestras, lo que pone en evidencia una presión fitopatológica considerable.
Sin embargo, la investigación también ha puesto de manifiesto la existencia de microorganismos beneficiosos con elevado potencial bioestimulante. Cepas de Trichoderma, Bacillus subtilis, Azospirillum y Pseudomonas han sido identificadas en numerosos suelos, especialmente en aquellos que han sido manejados con prácticas más conservacionistas.
“Cuando reconectamos al suelo con bioestimulantes y prácticas regenerativas, el sistema responde”, explica Beatriz Barcenilla. “La microbiota se reactiva, el carbono sube, y la planta crece mejor, más fuerte, más sana”.
Este equilibrio biológico entre organismos patógenos y aliados invisibles marca la diferencia entre un suelo agotado y uno resiliente, capaz de sostener rendimientos elevados sin insumos químicos continuos. Esto es lo que denominamos “salud de suelo”.
Estrategia de intervención y acompañamiento técnico
El modelo promovido por CERES RIH trasciende la mera diagnosis científica para integrar estrategias de intervención directa y programas de formación continua. Una vez caracterizadas las carencias específicas de cada suelo, el equipo multidisciplinar del hub desarrolla planes de manejo altamente personalizados que pueden incluir la incorporación del microorganismo más idóneo, priorizando aspectos de nutrición, sanidad o un balance funcional entre ambos. Esta selección cobra especial relevancia en un contexto en el que el agricultor se ve bombardeado por una creciente oferta de productos biológicos, dado que en materia de salud del suelo y microbiota edáfica no todo es válido ni aplicable de forma indiscriminada a cualquier sistema productivo.
Esta metodología se apoya en una constante transferencia de conocimiento, con jornadas demostrativas, talleres de campo y sesiones de asesoramiento individualizado que fomentan una agricultura basada en la observación, el dato y la mejora progresiva. El agricultor deja de ser un mero ejecutor para convertirse en gestor activo de la salud del suelo.
“El suelo tiene memoria y capacidad de recuperación. Pero necesita tiempo, cuidado y decisiones informadas”, afirma Barcenilla.
En una alianza estratégica con Alltech, Ideagro y Agrobarcenilla, se han establecido parcelas piloto distribuidas por toda la provincia de Palencia, abarcando su amplia diversidad de suelos. En ellas realizamos testeos geolocalizados y seguimientos regulares de muestras tanto de suelo como foliares, complementados con un monitoreo satelital del desarrollo del cultivo. Esta integración de datos permite evaluar con precisión el impacto de las intervenciones y ajustar las estrategias de manejo de forma dinámica y basada en evidencias.
“Nuestro propósito no es escalar el negocio, sino escalar el conocimiento”, subraya Barcenilla. “Queremos contribuir a una red de suelos vivos que sostengan una nueva ruralidad basada en el equilibrio ecológico y la dignidad del trabajo agrícola”.
Junto a nuestros socios, avanzamos un paso más en la caracterización funcional del suelo: además de la incorporación dirigida de consorcios microbianos beneficiosos y la cuantificación de su establecimiento, integramos metodologías avanzadas para evaluar su actividad metabólica real. Gracias a la tecnología desarrollada por Ideagro, y mediante modelos de datos de alta complejidad junto con series temporales derivadas de un elevado número de muestras georreferenciadas, es posible determinar la dinámica enzimática específica —incluyendo marcadores clave como la actividad fosfatasa— y correlacionarla con parámetros edáficos, fisiológicos y productivos del cultivo. Este enfoque permite discernir no solo la presencia, sino también la funcionalidad biológica y su impacto en la salud y productividad del sistema agrícola bajo condiciones edafoclimáticas concretas.




