Los gallos de la Virgen de las Viñas
Máximo López Vilaboa explica en la SER el motivo de la presencia de estos gallos que se encuentran en la espadaña de la ermita

Los gallos de la Virgen de las Viñas, con Máximo Vilaboa
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Aranda de Duero
El cartel de fiestas de Aranda de este año, obra de Rubén Arrabal Espeja, representa uno de los gallos de la espadaña de la ermita de la Virgen de las Viñas que con su canto parece anunciar el comienzo de los días festivos. Dos gallos metálicos de color blanco, con cintas con la bandera de España al cuello, custodian sobre dos bolas doradas la entrada de la ermita desde lo alto.
Actualmente se encuentran en la espadaña. El santuario de la Virgen de las Viñas no tiene exactamente un campanario sino una espadaña. La misma cumple idéntica función, como es la de albergar campanas, pero tiene una configuración mucho más sencilla al ser una estructura mural que se prolonga verticalmente sobresaliendo del resto de la edificación. La espadaña de la Virgen de las Viñas está rematada por un pináculo sobre el que hay una cruz metálica.
No estuvieron ahí siempre estos gallos, sino que en un principio estaban coronando los torreones que hay a ambos lados de la ermita y que fueron levantados en 1908 y reformados en 1999 con un piso más.
La espadaña tiene su origen en la última década del siglo XVIII. En la Historia y novena de la Virgen de las Viñas, que publicara en 1924 el padre Damián Janáriz, se hace una reseña del origen de la espadaña: “Solícito y celoso de cumplir, con el cargo de Patrono de la Virgen, el Ilustre Ayuntamiento, en el año 1792 construyó la espadaña, coronamiento hermoso del santuario que, con sus sonoras campanas, llena de regocijo y animación a los fieles arandinos, cuando van a celebrar las fiestas de su Reina”.
Rufino Criado Mambrilla, en el libro que publicara en 2006 sobre la Historia de la devoción a la Virgen de las Viñas y su cofradía, nos hace el siguiente relato: “Me cuentan los más mayores que a principios del siglo XX hubo dos amigos que rivalizaban en diferentes ideales políticos, siendo frecuente los enfrentamientos verbales entre ellos. En una época, en que Aranda era un pueblo donde todos los vecinos se conocían, comparaban este comportamiento como el de dos gallitos arrogantes y peleones. Quisieron las circunstancias que por estos años se encontraban en construcción los torreones de la ermita, y como remate en sus tejados, algún conocido de ellos bastante socarrón y posiblemente perteneciente al ayuntamiento, decidió poner como adorno, un gallo en cada uno, animales que por otro lado son muy habituales en las veletas pero que, con segundas intenciones, era una forma de tomar el pelo a esta singular pareja de adversarios políticos. Estos gallos fueron tomando, con el paso de los años, sello de identidad, de tal manera, que en el año 1964, al producirse el incendio de los tejados y tener que hacerse un nuevo campanario, se trasladan hasta el balcón que adorna la nueva espadaña, permaneciendo como orgullosos vigías de la ermita hasta nuestros días; lucen en sus cuellos, durante todo el año, las cintas con los colores de la bandera española que ondean al viento, y que, como un ritual obligado, todos los años se les ponen nuevas el sábado en que comienzan las fiestas patronales. ¡Quién iba a decirnos que una inocente broma entre amigos tendría un final tan perdurable en el tiempo, y que marcase tan fuerte personalidad a la ermita de la Virgen de las Viñas que ya no se entendería sin los gallos de su campanario!”.
El incendio de la ermita de la Virgen de las Viñas se produjo el 26 de agosto de 1964. Se concentró en el tejado y del calor reinante se fundieron las campanas.
Ya en la primera inspección ocular de los daños producidos se indicaba sobre esta espadaña: “por estar hecha de piedra caliza, también por efecto de las calorías sufridas, ha quedado en situación harto peligrosa hasta el punto de que es probable que con el frío y los hielos se desmorone precipitando su caída por lo que ha de ser derribada y reconstruida en su totalidad”. En octubre se derribó y en diciembre de 1964 ya se había levantado otra espadaña de hormigón y ladrillo. Inicialmente se pensó dar una capa que asemejara piedra, pero finalmente se consideró dejar el ladrillo cara vista.
En la relación de obras ejecutadas, que se hizo pública dos años después del incendio, se señalaba lo siguiente: “Adquisición de dos campanas y un campanillo, movidos los tres por un sistema eléctrico; construcción de una nueva espadaña de hormigón y ladrillo, con moldura de tierra”.
En aquel momento es cuando los gallos pasaron a formar parte de la espadaña. Pero la inseparable pareja de gallos tuvo un contratiempo hace 37 años, tal como nos contaba Mery Varona en una breve nota publicada en Diario de Burgos el 1 de abril de 1988. La misma iba ilustrada con una fotografía de Florentino Lara, bajo el titular “El solitario gallo de la ermita”. En dicho artículo se señalaba lo siguiente: “Tan tradicional como el emparrado del patio son los gallos que rematan la torre en la ermita de la Virgen de las Viñas. Dos gallos, adornados de abundantes y coloreadas cintas, cuyo trabajo es el de señalar el rumbo de los vientos y cuya misión parece ser la de atraer la atención de los visitantes. Resulta que a pesar del realismo que su constructor acertó a darles, y contra lo que pudiera parecer desde abajo, los animales no son de carne y pluma, sino de frío metal. Los rigores de la meseta hicieron mella en el soporte del gallo situado a poniente y, en uno de esos días de fuerte viento, cayó a tierra. El buen Poli, ermitaño consorte y jardinero honorario de la Virgen, lo recogió y, desde entonces, lo cuida con mimo a la espera de que, por quien proceda, se dé la orden de devolver al gallo a su torre”.
En este texto se hace referencia a Policeto Bartolomé (Poli), esposo de la ermitaña de entonces, Rosa Rodrigo del Álamo. El matrimonio vivió en la ermita entre 1967 y 1993. La misión de cambiar la cinta de la bandera de España, no apta para personas que tengan vértigo, la hace cada año Javier Nebreda Requejo, actual presidente de la cofradía. Los gallos de la espadaña forman parte de la imagen más entrañable del Santuario y ya fueron en 2011 el motivo del ya tradicional pin de fiestas.




