Mala vida para un mercado

Ángel Santiago Ramos

León
Perdido en su personal laberinto político, de difícil conciliación a largo plazo, al alcalde de la capital leonesa hay tramos de su gobernanza que se le atragantan. Algunos de estos dañan aspectos importantes para el buen desarrollo de la ciudad.
Frente al encarecimiento continuado del precio de la vivienda, no le conocemos ni una sola iniciativa para aliviarlo. Todo lo contrario, crece exponencialmente el mercado de pisos turísticos. Por lo que sea, la ciudad deja mucho que desear en materia de limpieza. Algunos malpensados opinan que la querencia del alcalde es facilitar el camino a la privatización del servicio.
No sigo la lista de agravios. Me voy a extender en uno de los peores ejemplos de cómo se puede malversar una intervención municipal. Me refiero al proyecto de rehabilitación para la actividad comercial del Mercado del Conde Luna.
El proyecto, que recibió ayudas de la Unión Europea, venía envuelto en el sugestivo papel de servir como dinamizador del comercio minorista en un barrio, El Húmedo, que carece de estos servicios. Hoy, tras una inversión cercana a los dos millones de euros y veinte meses después de su apertura parcial, los puestos con actividad no llegan a ser ni un tercio de la capacidad total del mercado. Las versiones de los comerciantes activos cara al futuro son más bien pesimistas.
Camino del próximo invierno, los comerciantes temen volver a pasar de nuevo las gélidas jornadas del anterior. El ayuntamiento sigue incumpliendo su promesa de calefactar el edificio para que clientes y vendedores no se queden pajaritos.
De regalo tienen, frente a uno de los accesos, un enorme y maloliente contenedor de basura, muchos días desbordado de su capacidad. Ni la buena imagen del mercado, ni la necesaria salubridad que se requiere para un centro comercial de alimentación son razones suficientes para que este gobierno municipal cumpla con la promesa de convertir este viejo mercado en un centro con la dignidad que merece este casco histórico de la ciudad.
El monocultivo del ocio y bares en este barrio no se lo pone fácil a quienes viven en él. Con la política de esta alcaldía acabarán por marcharse




