El 'Caracoles': aparejador e impulsor de lo que hoy día es Aranda y su industria

Aranda de Duero

Hoy en nuestro ‘Viaje por la memoria’ de los martes hablaremos, a buen seguro, sobre urbanismo y quizá sobre urbanidad. Y es que hay pueblos que da gusto verlos nada más llegar a ellos y que se recuerdan cuando nos vamos por la ordenación de sus edificios y sus espacios; es decir, por su urbanismo. Parece como si hubiesen estado planificados desde su origen hace no sé cuántos años y hubiesen mantenido sus característica fundamentales durante su desarrollo y crecimiento.

En las ciudades más grandes y en los pueblos más pequeños hay quienes se encargan de esa urbanística siendo, en numerosísimas ocasiones, una tarea compleja y difícil. Y aquí es donde se encuentran en el recorrido de las experiencias, el urbanismo y la urbanidad; es decir, la cortesía, la educación, el comedimiento, la atención y el buen modo. Conversamos ahora con quien por trayectoria y experiencia profesional sabe de urbanismo: de organización y ordenación, de espacios públicos, de calles (incluidas las de atletismo). Iniciamos aquí nuestro encuentro al viajar por la memoria con JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ, ‘El Caracoles’.

Apodo, y apuesta por la feria

Tras esta introducción de Ausen hablamos con alguien que reconoce inicialmente, siempre ha estado "muy liado". "Y muy comprometido. Porque además de aparejador municipal -44 años en la administración-, fui jefe de bomberos voluntarios, llevaba promoción y desarrollo... Y creamos entre otras cosas Fiduero. La primera feria la creamos y la pusimos en marcha en 1987. Por la mañana se inauguraba, y por la tarde me casaba", ríe recordando ese dato. José María es apodado 'el Caracoles' porque su padre era el dueño del bar. "Y de hecho yo trabajé ahí. No quería estudiar y estuve tres años ahí. Cuando vino mi hermano de la mili ya me fui. Pero aprovechando las relaciones, porque ahí hablaba con todo el mundo, un abogado jurídico en el Ministerio del Aire me habló de un curso que había para especialistas. Me fui a Madrid. Y me pude quedar allí, dos años. Pero como no sabía estar solo, por las tardes me saqué el título de delineante arquitectónico", detalla González sobre su pasado.

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Luis Mateos, el promotor de lo que es hoy día Aranda, le llevó al Ayuntamiento. "Era un tío rígido, solvente, y muy legal. En el año 64, cuando los polos de desarrollo, iban al Consejo de Ministros Huelva y Aranda de Duero. Pero salió Huelva y Burgos. Vaya varapalo nos llevamos. Nos lo llevó. El centralismo nos lo quita todo, igual que el ferrocarril nos lo quita Valladolid. Cuando nos puso en el 59 el polígono de descongestión, las gestiones con la Michelin... Él fue clave y fue buenísimo. No creo que nadie se atreva a quitar el nombre de su avenida. Porque era franquista, todos lo éramos, no había elección. Es verdad que yo también hice mucho por el polígono. Iba a todas las reuniones, y vendí muchísimas parcelas. Y todo esto por las tardes. Porque por las mañanas era aparejador", recuerda, poniendo en valor también el papel de Tomás Pascual, del que reconoce también haber aprendido mucho -en una época también trabajó en Peache, hasta que apareció la ley de incompatibilidades-.

La evolución de Aranda

José María reconoce que "Aranda es más de lo que yo soñaba". "Era un pueblo agrícola, uno más. No tenía industria. Hasta que llegó. Y daba gusto verlo. Pero antes de eso Aranda era un pueblo, y ahora la tercera potencia industrial de Castilla y León. Salimos casi de la nada", añade, antes de contar cómo se realizó el cambio del cementerio de San Gil a la carretera de La Aguilera. "Fui yo quien hizo el proyecto. Comunicamos a los familiares el traslado para que se movieran los restos, pero todo lo que quedó allí lo recogimos e hicimos una fosa común, en la que puse una cruz. Allí quedó por ejemplo un hermano mío", explica.

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Deporte

Tiene mucho que ver con el deporte también el Caracoles, sobre todo con el atletismo, siendo presidente del club local, y logrando distinciones por ello de todo tipo. "Todo vino por el cambio brutal en mi vida, porque me divorcié. Y el deporte fue mi vida, por él he trabajado mucho. Formamos el club de atletismo que conseguimos grandes títulos. Y empecé a entrenar. Hice un par de medias maratones. En el 82 hice incluso la de Nueva York. Después Madrid, Valencia... hasta en Cuba. Y la última fue en Rotterdam. Y otra de las hazañas mías fue hacer la Transpirenaica. La hice con unos amigos vascos. Empezamos con los tresmiles. Y al siguiente ya la GR-11, que es la más alta del país", recuerda.

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A sus 83 años, sigue entrenando, practicando, viviendo. Soñando. El tiempo ha pasado, pero su contribución se sigue viendo en el día a día. Porque fue y es una persona entregada a su vida. A su ciudad. A su gente. En todo lo que hizo. Hasta en el Caracoles.

Este Viaje por la Memoria, junto a Ausen Frutos y Valentín García, puede reproducirse al completo en el audio superior.