La dureza del alzhéimer: "No saber reconocerte no es su culpa, pero aceptarlo no es fácil"

Aranda de Duero

Un día más seguimos visibilizando tanto el alzhéimer como aquellas personas que cuidan a quienes lo padecen. Hoy, Carlos nos cuenta cómo es Gloria Peña, su mujer. Habla de una persona trabajadora, presumida, y con la que lleva muchos años. La friolera de 60. Con ella escucha mucho a Nino Bravo. "Nosotros formalizamos nuestro compromiso con una canción de Los Brincos, y tendríamos 18-20 años", explica respecto a los inicios. Hasta que llega el alzhéimer. "Empezaba a olvidar dónde dejaba las cosas, iba perdiendo la memoria. Decidimos con mis hijos ir a una consulta. Ya en Burgos, una eminencia en este tipo de enfermedades, nos dijo que era alzhéimer. En ese momento se nos encoge el corazón, porque sabemos lo que es. Y no tuvimos más remedio que adaptarnos a las nuevas circunstancias", explica.

Ahí es cuando se cruzó con ellos AFAR. "El encargado del taller de memoria, después de 8-10 meses nos dijo que ya no seguía los ejercicios de los demás. Y ya le llevamos al centro de día. Nos hemos tenido que adaptar en cuanto a horarios, la forma de vivir, pero poco a poco lo logras. Hay detalles todavía que cuesta adaptarse, pero no hay más remedio. Es muy duro, pero es lo que hay. Hemos mirado muchos sitios. No hay nada. Y lo peor es cuando no responde como tú quieres. No saber reconocerte no es su culpa, pero aceptarlo no es fácil. También es difícil perder la vida social, porque el horario es exigente", explica Carlos emocionado.

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Es difícil saber, de hecho, si sus sentimientos ha cambiado. Saber identificar si algo le duele, y el qué. "Le pusieron hace años una prótesis en una pierna. A ella nunca le ha dolido. Y siempre digo: no es posible. Yo creo que su cerebro no se da cuenta. Y poco a poco pierde la capacidad de hablar, lo hace casi en murmullos. Hay cuestiones que pierden tarde, como el hambre. Pero no sabe si tiene hambre", añade.

Petición ante las administraciones

El trabajo que hacen colectivos como AFAR, se complementa con el trabajo que hacen cuidadores como Carlos, a quienes van dedicados estos espacios. "Me gustaría decir que en AFAR reciben una ayuda, que se lo han rebajado. Y les ayudan una miseria para lo que merecen", sentencia, con la esperanza de que las administraciones sepan ver y sentir la importancia de respaldar y cuidar a quienes no recuerdan, pero siguen siendo y estando. Por respeto a ellos, pero también por facilitar la vida de quienes les cuidan.

La charla al completo puede reproducirse al completo en el audio superior.