La resiliencia hecha leyenda

Aranda de Duero

Hay gestas deportivas que trascienden la estadística y se convierten en ejemplo de vida. Lo que Marc Márquez ha logrado en 2025 es exactamente eso: una demostración de que la grandeza no se mide solo en victorias, sino en la capacidad de resistir, reinventarse y volver a lo más alto cuando parecía imposible.

Márquez ha conquistado el Mundial de MotoGP a falta de cinco grandes premios, con el récord histórico de puntos en una misma temporada. Una hazaña descomunal. Pero lo verdaderamente extraordinario no es el título en sí, sino el camino que lo hace posible: seis años de sequía tras aquella fatídica caída en Jerez en 2019 que marcó un antes y un después en su carrera.

Durante ese tiempo, muchos lo dieron por acabado. Otros lo redujeron a un recuerdo de lo que había sido. Sin embargo, en silencio, lejos de los focos, Márquez trabajó con una determinación admirable. Recuperó, cayó, volvió a intentarlo. Y en 2024, con un gesto de humildad tan grande como su ambición, renunció al brillo de un contrato millonario para subirse a una moto satélite de Ducati. Fue la decisión de un campeón que sabía que, para volver a ganar, debía empezar de nuevo desde abajo. Y ese paso atrás fue, en realidad, el inicio del regreso más brillante que jamás ha visto MotoGP.

Lo que diferencia a Márquez no es solo su velocidad en la pista. Es su resiliencia. Su capacidad para soportar la montaña rusa emocional de pasar de siete años de reinado absoluto, a la oscuridad de la lesión, del dolor y de la soledad. Y ahora, en 2025, ha regresado no solo al nivel máximo, sino con un dominio arrollador que habla de alguien que nunca perdió la fe en sí mismo.

Ese recorrido tiene mucho en común con el camino de un emprendedor. Quien decide crear y sacar adelante un proyecto empresarial también se enfrenta a caídas, a momentos en los que todo parece perdido, a dudas internas y externas. El buen emprendedor, como Márquez, aprende a caerse y a levantarse, a ajustar la estrategia, a dar un paso atrás para poder tomar impulso. Y, sobre todo, aprende que la clave está en no rendirse nunca, porque los logros llegan para quien tiene constancia y persevera incluso en los momentos más duros. Esto es lo que explica que no abunden y es que la mayoría de las personas no están dispuestas a pagar el precio de la constancia férrea y la disciplina, por eso hay que poner en valor lo que hacen emprendedores y empresarios de éxito, en vez de criticar por envidias basadas en la superficialidad de lo aparente, pero que esconde un gran sacrificio en la sombra cuando nadie los ve.

Estamos ante un ejemplo que va más allá del motociclismo. Lo que Márquez ha hecho lo coloca al nivel de leyendas universales del deporte como Rafa Nadal, Pau Gasol o Michael Jordan. Deportistas —y también emprendedores de su propio destino— que nos enseñan que la victoria no es el final de un camino fácil, sino la recompensa a la perseverancia, al sacrificio y al autocontrol.

Hoy, cuando celebramos este nuevo título, lo que deberíamos grabar en la memoria colectiva no son solo las estadísticas, sino la lección de vida que nos deja: caerse no es fracasar, fracasar es no intentarlo de nuevo. Y Marc Márquez ha demostrado que incluso después de tocar fondo, es posible volver a la cima.

Marc Márquez no solo ha ganado un Mundial. Ha escrito una página que dignifica al deporte y que inspira también al mundo empresarial: la certeza de que el mayor motor que existe no es la suerte, sino la resiliencia, la fe, la constancia y la humildad para seguir adelante contra todo pronóstico. Por eso a los que tienen suerte, siempre les pilla trabajando… Y esto es un excelente ejemplo para las nuevas generaciones, que necesitan referentes como este para entender que no todo es tan fácil como se ve superficialmente en las redes sociales.