La diversidad

Juan Miguel Alonso

León
Si usted tiene la bendición de ejerce su magisterio docente en un grupo de 27 infantes pongamos, dotado con la virtud de la diversidad es muy probable que sienta la tentación de tirarse por la ventana del aula varias veces al día, pero como estas suelen estar en el primer piso de la ESO, uno se lo piensa, porque no es fácil el suicidio desde un altura de tres metros y sí muy probable la adquisición de secuelas ternas en la psicomotricidad y hasta la regulación cerebral.
Ese hermosos concepto de la diversidad acoge en su seno y en su aula a Síndromes de Down, hiperactividades varias , límites intelectuales, e inmigración variada , que suelen adornar sus penurias con los riesgos de exclusión social , que es tanto, como decir económica.
La administración pide el milagro de la personalidad múltiple del docente, la atención individualizada y profesional del alumnado. Bendito maestrín que solo tiene que ejercer de maestro, psicólogo, asistente social , animador socio cultural, y en ocasiones , cinturón negro de Jiu Jitsu, porque no todo el mundo está por la labor de ser evangelizado.
Dicen los papeles que esta diversidad ha crecido un 80% en los últimos 10 años en nuestra escuela, pero que los medios para atenderla sólo lo han hecho en un 20%. Hagan ustedes la cuenta del abandono en el que viven los alumnos y la angustia existencial en la que sobrevive el profesorado.
Es, hay que decirlo con claridad, un inmenso fraude , que penaliza los derechos del chaval con necesidades, pero también del que nadie incluye en los necesitados pero apenas nada puede aprender nada en el circo de 6 pistas en que han devenido las clases, y, naturalmente del docente al que se le pide el imposible en aras del equilibrio presupuestario.
Menos mal que este escenario bélico es solo cosa de las comunidades que suspenden PISA y no de las que, como la nuestra, son ejemplo de éxito y excelencia.




