Postales de Palencia: La de la Corredera de Ampudia
Borja Barba nos acerca una nueva historia de la provincia palentina

Postales de Palencia: La de la Corredera de Ampudia
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Palencia
Cada vez que subo la Corredera de Ampudia me embriaga una fuerte sensación sobre la belleza de la imperfección. Los japoneses, que son muy dados a eso de ponerle nombre a algo tan etéreo y personal como las sensaciones, tienen una expresión específica para ello. La estética ‘wabi-sabi’ se apoya en principios como la simplicidad o la elegancia discreta. Es un concepto estético y espiritual en el que la belleza y la armonía se perciben a través de la espontaneidad y la naturalidad de la asimetría de las cosas o de las construcciones. Una idea que huye precisamente de la perfección y de la disciplinada pulcritud de líneas.
Su origen etimológico define con precisión lo que el caminante percibe al pasear entre las casas porticadas ampudianas. La palabra ‘wabi’ hace referencia a la simplicidad y la austeridad propias de una naturaleza rústica. Porque no hay excesos ni derroches exóticos a nuestro paso. Nada molesta ni desentona. Por su parte, ‘sabi’ refleja el desgaste que va asociado al transcurso del tiempo y esa pátina que otorga el dinamismo del paso de los años y que, como en la Calle Corredera, vemos a menudo reflejado en reparaciones, remaches o añadidos. O en la misma irregularidad manifiesta de la altura de las viviendas, prueba inequívoca de que no fueron levantadas, o al menos reformadas, al unísono y bajo una misma dirección.
La asimetría de la Corredera, preámbulo del Castillo o de la Colegiata de San Miguel en función del sentido en el que se recorra, se burla de los esfuerzos por tratar de mantener la uniformidad arquitectónica propios del moderno urbanismo. Y lo hace al mismo tiempo que confiere carácter y personalidad a la villa. Ofreciendo, a través de sus columnas de madera o piedra, con basa cilíndrica o cúbica, de las variadas forjas de sus balcones o de las diferentes tonalidades de sus revoques una imagen inconfundible. Única quizá sin pretenderlo. Pero siempre con absoluto respeto a la pureza de los materiales constructivos y a la tradición.
A pesar de que simetría y belleza parecen dos conceptos consustanciales, perseguir la absoluta perfección en cualquiera de los campos de la vida es una tarea agotadora. Para colmo, en las más de las ocasiones, acaba convirtiéndose en una experiencia terriblemente frustrante y con tendencia al infinito. Aceptar la natural imperfección de las cosas es el primer paso hacia la armonía y el equilibrio. Podría estar horas apreciando cada detalle de la Corredera. Cada asimetría y cada irregularidad. Cada sorpresa escondida como un mensaje cifrado en madera y piedra.




