Postales de Palencia: La de la huebra
Borja Barba nos acerca a los trabajos de voluntariado ambiental que se han realizado en Villalafuente

Postales de Palencia: La de la huebra
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Palencia
Aunque sea de forma simbólica porque ya no queda nadie que repique las campanas de la iglesia, han tocado a huebra. Nos ha convocado la junta vecinal a las cuatro de la tarde y, pese a que el horizonte amenaza llovizna, aquí nos hemos presentado. Algunos acudimos con una azada, con una pala, un rastrillo o un pico. Otros han traído sus carretillas. Hay quien quizá no se ha visto capacitado para el trabajo físico, pero ha decidido contribuir a la empresa haciendo una tortilla, una empanada o un bizcocho. O con algo tan simple, pero necesario, como el conocimiento y el saber que supone toda una vida dedicada al campo. Toda aportación es bienvenida cuando se parte de cero.
El más de medio centenar de voluntarios que hemos acudido a la convocatoria triplicamos la población estable de la pequeña localidad de Villalafuente. El objetivo, recuperar un antiguo humedal situado a las afueras del caserío. Un espacio natural al que la desidia y una idea de progreso mal concebida habían condenado a escombrera. Con esa idea de devolver la vida a un escenario exánime, y gracias al apoyo económico de la Diputación Provincial para la adquisición de materiales, se mueve tierra, se practican desagües y se plantan diversas especies de arbolado y plantas ornamentales. Pero por encima, muy por encima, del fin perseguido está el medio para alcanzarlo. Con la huebra. Con el trabajo desinteresado en beneficio de la comunidad. Para proteger y reforzar esa parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.
Esta sociedad líquida y abonada al individualismo más patético en la que vivimos parece castigar sin piedad el menor atisbo de alegría y de esperanza. Por eso, iniciativas como las actuaciones de trabajo comunitario a huebra suponen una demostración de que no todo está perdido. Ayudan a creer en una especie de resistencia rural que aún confía en el cooperativismo y en su capacidad para enderezar rumbos erráticos. El trabajo a huebra, o hacendera, fomenta la forja de lazos de comunidad. Y, al mismo tiempo, refuerza el sentimiento de pertenencia de quien se siente útil a la hora de mejorar su entorno. Porque cuando este recuperado humedal prospere y se desarrolle, ya no solo será de Villalafuente. Será un poco mío. Y de Julián, de Tomás, de Isabel... Y de todos cuantos hemos acudido a este toque figurado a huebra.
Al final de la tarde, un leve chispeo bendice desde el cielo aplomado el trabajo realizado. Alguien sentencia, con ese aplomo que otorgan las horas de observación y los años de experiencia, que los árboles recién plantados agradecerán este regalo en forma de lluvia. Y yo quiero pensar que el ciclo de la naturaleza ha querido sumar su particular contribución a la huebra de Villalafuente. Que nos ha ayudado a todos los que hemos decidido invertir nuestra última tarde con el horario de verano en sumar esfuerzos para el beneficio común. Arrimando el hombro para resistirnos, todos a una, al abandono. Porque, al fin y al cabo, qué es resistir sino vencer.




