Indicar

La columna de Rafa Gallego: Indicar (31/10/2025)
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León
Las bandadas de estorninos en el Paseo de la Condesa a eso de las ocho de la mañana dibujan sombras en el cielo, sombras compactas que se mueven contra el gris de las nubes de estos días de otoño. Me gusta seguir sus movimientos acelerados y contemplar cómo el volumen oscuro que mancha el cielo se va enroscando sobre sí mismo cambiando de dirección en un vuelo a primera vista se diría que sin sentido. Me gusta ese volar compacto de la masa hacia ningún sitio, porque me parece que me habla de mí mismo, del modo en el que me integro en la masa de las convenciones y me dejo llevar por el vuelo de las costumbres, las inercias y la comodidad de la vida que nos ha planeado el universo consumista en el que vivimos, una realidad oscura que se mueve acelerada hacia ningún sitio.
Lo bueno de los estorninos es que no tienen conciencia de su pertenencia a la masa y pasean por la Condesa o por Quevedo sin tenerse a sí mismos en el punto de mira, algo que nosotros no podemos evitar. Cuando me sorprendo en ese estado inercial, pongamos saliendo del Reino de León después de un partido de fútbol, convertido en un punto de la masa que se mueve hacia el Palacio de los Deportes o más allá, por el puente cruzando el río hacia Papalaguinda, hasta que la propia masa se dispersa en coches que se atascan, tengo una sensación encontrada: por una parte me siento cómodo fluyendo con los demás —no es que me sienta formando parte de algo más importante que yo mismo o algo así, que dicen algunos, para nada— y por otra me atrapa un sentimiento de despiece: algo así como si me deshiciera en cosas que no soy y me dejase eviscerar por la propia masa, convertirme en amasijo inmundo que vomita el puente hacia la individualidad que se alcanza cuatro pasos más allá.
Los policías municipales se encargan de manejar el flujo de la gente que sale del campo y avanza por la Avenida del Ingeniero Sáenz de Miera, indicando los momentos de flujo y de parada. Estorninos inquietos en la mancha que salpica el gris asfalto de la avenida. Indicar es el verbo. Se me cuela el verbo indicar en la reflexión de esta semana por su voluntad de conducir, quizá de dirigir a la masa, quizá para decidir el modo de escapar. Indicar la salida. Indicar el giro hacia la individualidad sin salirse de la comunidad.




