El festival celebra sus siete décadas de historia con una defensa del cine como “herramienta” a favor de la paz y contra el fascismo

Valladolid

La Semana Internacional de Cine de Valaldolid, conocida como la Seminci, clausuró su septuagésimo cumpleaños en una gala en la que destacaron los discursos de reivindicación del séptimo arte como “herramienta” a favor de la paz, ante invasiones que suceden hoy en el mundo como la de Israel en Palestina o la de Rusia en Ucrania, y en contra del fascismo y de regímenes como el de Javier Milei en Argentina.

Así, uno de los discursos más aplaudidos en un evento que comenzó a las 20.00 horas en el Teatro Calderón de Valladolid fue el de los directores argentinos Ezequiel Salinas y Ramiro Sonzini, galardonados con el premio Ribera del Duero a la mejor dirección del festival por ‘La noche está marchándose ya’.

Y es que, tras destacar la experiencia de vivir un festival como el vallisoletano, en el que “el público es tan dueño”, señalaron que su película “tiene mucho que ver con cómo el cine tiene un eco en nuestras vidas y nos empuja a tomar acciones políticas” frente a regímenes como el del gobierno de Javier Milei, que “considera al cine su enemigo”, pero al que recordaron que la historia del cine argentino “ha tenido adversarios mucho más feroces e inteligentes y los directores nos enseñaron a seguir filmando a pesar de todo” para mantener este arte “vivo”.

De igual forma, recibió el vívido aplauso del público el discurso que el director portugués Pedro Pinho, vencedor del premio principal de la sección Punto de Encuentro con ‘La risa y la navaja’, hizo para llamar al cine a “inventar un futuro que no nos haga repetir las pesadillas del pasado” y que busque la manera de “acabar con el monstruo de tres cabezas”, como denominó a la unión de capitalismo, colonialismo y fascismo, “antes de que él acabe con nosotros”.

Otra de las intervenciones que recibieron un mayor aliento de los asistentes a la gala de clausura de la 70 edición de Seminci fue el de la directora ucraniana Vladlena Sandu, ganadora del premio especial en Tiempo de Historia por ‘Memory’, en la que narra sus recuerdos de infancia en una Chechenia destrozada por la guerra y que le sirvió para, a través del cine, “transformar la violencia en paz por medio del arte”, como “herramienta” con la que “ayudar a todas las personas que lo necesiten”.

Y es que, como planteó la copresentadora Elena Sánchez durante el discurso inaugural de la gala, el cine “no solo se ve, sino que nos habla como testigo incómodo de las injusticias y como altavoz de las voces silenciadas” para que, “en un presente tan lleno de ruido y violencia”, pueda alzarse un cine “valiente que nos pone en guardia, nos despierta y no teme mirar de frente”.

Premios principales

Sánchez fue la encargada, junto a Llum Barrera, de conducir la gala de clausura de la 70 edición de la Seminci, que estuvo trufada de vídeos de repaso a la historia de las siete décadas de historia del festival, y que se celebró en el interior del Teatro Calderón de Valladolid, incluida la alfombra de recepción de invitados debido a la intensa lluvia que cayó en Valladolid durante la tarde.

La ceremonia de clausura sirvió, además de para disfrutar de la actuación en directo del grupo La La Love You, para entregar la Espiga de Oro ‘ex aequo’ a los productores de ‘Magallanes’, Montse Triola y Albert Serra, que recogieron el galardón por el trabajo dirigido por Lav Diaz, y a la directora norteamericana Kelly Reichardt por su película ‘The Mastermind’.

La gala permitió también conocer las impresiones de la directora húngara Ildikó Enyedi, Espiga de Plata y Espiga Verde por su película ‘Silent Friend’, que a través de un vídeo agradeció “muy emocionada” la concesión del premio y la recepción de su película en Valladolid.

Previamente, y antes de nombrar a los ganadores a la mejor interpretación femenina, Eva Victor por ‘Sorry, baby’, y masculina a Harry Melling por su papel en ‘Pillion’, los guionistas de ‘Subsuelo’, Fernando Franco y Begoña Arostegui, ganadores del premio Miguel Delibes al mejor guion, destacaron el “nivel increíble” de la Sección Oficial del festival.

Resto de premiados

Por el escenario del Teatro Calderón también pasaron los premiados en la categoría de cortometrajes, donde la Espiga de Oro recayó en ‘Living Stones’, del húngaro Jakob Ladányi Jancsó, que dedicó su premio a “la comunidad húngara que lucha contra un gobierno que comete terribles injusticias en el país”, o la ganadora del premio Pilar Miró a la mejor nueva dirección, Lucía Aleñar por ‘Forastera’, que agradeció el “aprendizaje constante” de hacer una primera película con la lección de “nutrir el proceso creativo” durante la filmación.

Además, en la sección Punto de Encuentro se galardonó a Alexe Pukine con el premio Escac por ‘Kika’, a Gabriel Azorín con el premio Fundos por ‘Anoche conquisté Tebas’, y el premio del público fue a parar a las manos de Cyril Aris por ‘Este melancólico y maravilloso mundo’.

El gran premio en la sección Tiempo de Historia lo recogió el director uruguayo Federico Veiroj por su obra ‘Cara a cara’, mientras que el galardón DOC. España fue para la madrileña Candela Sotos por ‘Yrupe’, quien mostró en el escenario su orgullo “por quienes lucharon por las libertades en el pasado”.

Tras los premios, el cierre del festival corrió a cargo de David Trueba, quien antes de proyectar su última película, ‘Siempre es invierno’, realizó un alegato a favor de las generaciones que “después de la guerra, decidieron arrimar el hombro, unirse y levantar este país”. “Debemos estar orgullosos de la generación de nuestros abuelos y nuestros padres y quizá algo avergonzados por no estar a su altura”, concluyó.