Una educación a la intemperie
Ángel Santiago Ramos
León
Hace cinco años que uno de los grupos de Enseñanza Primaria del colegio de público de la localidad de Cembranos tiene que asistir a sus clases en un aula prefabricada. Cinco años, lo repito para terminar de no creérmelo.
La ejecución del proyecto de ampliación de espacios para hacer frente al aumento del número de alumnos se ha detenido en un limbo administrativo en el que no se vislumbra un final próximo.
Es una muestra más de las torpes maneras de gestión, tan habituales en la administración de la Junta de Castilla y León. Recordemos sino el caso del nuevo conservatorio de la ciudad de León. En 2008 el ayuntamiento le cedió la parcela para este fin. Transcurren 13 años hasta la adjudicación contractual de un proyecto que estaría finalizado a principios del año 2023. La última fecha que han anunciado prevé que será en 2027, casi 20 años después de la cesión de la parcela.
Así se escribe la historia de un gobierno autonómico al que le pesan desde hace tiempo los 40 años ejercer una gobernanza mientras duermen la siesta. ¿Cuánto tiempo hace que vienen prometiendo a Villaquilambre, núcleo de población de más de 18.000 habitantes, un centro público de Enseñanza Media?.
Los más doscientos alumnos del Colegio Lope de Vega, de edades comprendidas entre los 4 meses y los 11 años, carecen de calefacción y tienen que soportar temperaturas de 12/13 en las aulas. Hace más de un año que se denunciaron problemas en la caldera que, pasado este tiempo sin solucionarlos, afrontan un otoño-invierno en esta lamentable situación.
No solo no cuidan con los servicios públicos, sino que nos amenazan con un negacionismo que nos pasará factura. Lo digo porque los populares españoles acaban de votar en el Parlamento Europeo en contra de una Ley del Clima que pretende hacer frente a las consecuencias del cambio climático.