Orto-K: la lentilla nocturna que frena la miopía en niños y adolescentes

Aranda de Duero

El aumento de la miopía infantil es una realidad a la que se puede dar solución. Lo que hace años era un problema relativamente limitado, hoy se ha convertido en una tendencia al alza que no pasa desapercibida en las ópticas. Óscar Fuentenebro, optometrista al frente de Óptica Pro Delta, pone el foco en un fenómeno que observa a diario en consulta. “Cada año vemos más casos de miopía en niños y adolescentes. Principalmente por tres razones: mucho uso de pantallas a corta distancia, muy poco tiempo al aire libre y, por supuesto, la genética. Si papá o mamá son miopes, el niño ya empieza con desventaja visual”, expresa.

El problema no se limita a necesitar gafas. Tal y como nos explica el especialista, cuanto mayor es la miopía, mayor es también el riesgo de sufrir patologías oculares en la edad adulta, como desprendimiento de retina, glaucoma o miopía magna. Por eso la comunidad optométrica insiste en la importancia de actuar cuanto antes.

Para conocer qué herramientas existen hoy para controlar el avance de la miopía, hemos pedido a Óscar Fuentenebro que nos explique una de las soluciones más revolucionarias: las lentillas Orto-K, también conocidas como lentillas nocturnas. "Hoy en día tenemos soluciones muy efectivas para frenar el aumento de la miopía. Y dos de las más importantes son la lentilla blanda de control de miopía y la lentilla Orto-K, la famosa lentilla nocturna. Es una lente rígida especial que se usa solo por la noche. Mientras duermes, moldea suavemente la córnea y, al despertar… ¡ves perfectamente durante el día! Y sí, suena como a ficción pero es totalmente real”, detalla.

El mecanismo es sencillo pero sorprendente. “La lentilla Orto-K crea una presión muy suave que cambia temporalmente la curvatura de la córnea. No duele, no se nota y es reversible. Por eso durante el día la persona ve sin gafas ni lentillas. Y además, está demostrado que frena entre un 40% y un 60% la progresión de la miopía”, refleja.

Un futuro más claro para la salud visual infantil

Esto significa que, además de proporcionar visión libre durante el día, actúa como herramienta de salud visual a largo plazo, reduciendo el avance de la miopía en etapas críticas del desarrollo. A diferencia de lo que muchos padres creen, no es una cuestión estrictamente de edad. “A partir de 7–8 años si son responsables. Pero no va por edad, sino por madurez visual y hábitos”, matiza Fuentenebro. El perfil ideal incluye niños cuya miopía aumenta cada año, usuarios intensivos de pantallas, pequeños deportistas a los que las gafas les incomodan o no les resultan prácticas.

El optometrista destaca especialmente la libertad que ofrecen. “Para los niños, la libertad es total. Pueden correr, nadar, hacer deporte, jugar… sin gafas empañándose ni lentillas secándose. Y para los padres, tranquilidad, porque además de comodidad, estamos frenando la progresión”, expresa.

El aumento de la miopía es uno de los grandes retos visuales de la sociedad actual. Sin embargo, gracias a tratamientos como el Orto-K o las lentillas blandas de control de miopía, hoy las familias cuentan con herramientas que no solo corrigen, sino que protegen la visión del futuro adulto.