El durísimo relato de dos arandinas que han sufrido violencia machista: "Denuncié porque llevaba meses temblando y no sabía qué iba a ser lo siguiente"
Ambas mujeres comparten en la SER la evolución de sus respectivos casos, mostrando patrones comunes, y cómo gracias a la denuncia que interpusieron han encontrado apoyo y protección en la Policía Local de Aranda

El durísimo relato de dos arandinas que han sufrido violencia machista
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Aranda de Duero
Están sentadas en la misma mesa. Les diferencia prácticamente una década. Y están en puntos diferentes. Pero tienen tristemente algo muy duro en común: ambas han sufrido violencia machista. Cada una ha vivido su calvario. Cada una ha sentido el miedo en sus ojos. Pero hay muchos patrones tan duros como comunes en el testimonio que han compartido en la SER este jueves -con voces alteradas para evitar ser reconocidas-, y que es necesario visibilizar. Por suerte, ambas mujeres también comparten una luz. La que han encontrado en la Policía Local de Aranda y en Lourdes, al frente de este departamento tan específico como necesario que protege, acoge y escucha a las víctimas de violencia machista. Y muy importante: sin ser juzgadas.
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Los inicios
Las víctimas, de 35 y 20 años, están en puntos diferentes de la vida, pero han sufrido situaciones parejas. Ambas iniciaron una relación con ese 'malote' que tiende -o tendía- a ser el tipo de chico que gustaba más. Ese chico que, de puertas para afuera, se mostraba colaborador y sensible. Pero en casa, en pareja, la situación era muy diferente. Primero, relatan cómo del enamoramiento y la atención constante, rápidamente pasaron al control y la manipulación. Por no hablar de la violencia psicológica.
Del shock del primer golpe, a la rutina
Ambas describen cómo sus parejas las hacían sentir culpables por la violencia que sufrían, llevándolas a normalizar situaciones de abuso y a aislarse de sus amigos y familiares. Una de las mujeres relata que, al principio, su pareja la trataba como una "diosa", pero a la vez la menospreciaba, creando una confusión que la llevó a sentirse anulada. Su homóloga afirma que no se dio cuenta de que estaba en una relación abusiva hasta que fue demasiado tarde, y que el primer acto de violencia física la dejó en shock. "Sentíamos que nosotras teníamos la culpa. Él se ponía a llorar, después muy agresivo, hasta que los golpes iban hacia mí", explica una de ellas. "Piensas que era una rabieta, y Lourdes nos ha explicado que cuando pegan puñetazos a paredes o a cualquier cosa, esos son golpes que en realidad querrían darnos a nosotras", detallan.
El miedo
Una vez se entra en esa rueda, cada vez es más difícil salir. El miedo y la vergüenza impide buscar ayuda durante mucho tiempo. Ellos se convierten en expertos de la manipulación, dejándole a ellas cada vez más pequeñitas. "Él sabía cuándo y con quién sí podía menospreciarme, y cuándo y con quién no debía hacerlo", señala una de las víctimas. Y llega a un punto, reconocen, en el que ya no saben salir. Ni siquiera pedir ayuda. Y llega el punto de pensar hasta en quitarse de en medio. "Yo llevaba meses sin querer estar con él, pero no era capaz de dejarle. Le tenía miedo", cuenta la mujer más joven. Ella ahora, dado que su caso es más reciente, tiene que moverse acompañada de su madre. "La mía hizo lo mismo al principio. Esto te da miedo a ti y a tu familia. Pero cada día tienes que mirarte al espejo, llamarte guapa y creer que puedes con todo. Porque los dos primeros días te ríes; al tercero te lo crees. Y acabas recuperando tu vida. Has sido muy valiente", le responde su homóloga en esta charla, cuyo caso de violencia quedó más atrás en el pasado.
Precisamente, el contrapunto es encontrar de nuevo el amor. Con una experiencia tan dura, la más veterana lo deja claro. "Estoy con un hombre bueno. Y desde el principio le dejé claro que con cualquier falta de respeto, grito o menosprecio, se acaba la relación", afirma.
Un apoyo esencial
Lourdes, esa mano amiga que cualquier mujer encontrará en la Policía Local, explica que la violencia de género no distingue entre edades o situaciones sociales, y que es crucial que las víctimas reconozcan su situación y busquen ayuda. Ellas reconocen entre tanto que encontraron en la policía un apoyo fundamental que les brindó protección y les ayudó a recuperar su autoestima. Ninguna mujer ha de sentir vergüenza por sufrir violencia de género. El apoyo de la policía y esa terapia les ha permitido comenzar a reconstruir sus vidas y a recuperar su sentido de identidad. Porque aunque el camino hacia la recuperación puede ser difícil, es posible salir de la violencia machista y encontrar una vida mejor. Nunca hay que renunciar a buscar ayuda. Siempre habrá una mano amiga.
Estos duros testimonios de estas dos arandinas puede reproducirse al completo en el audio superior.




