El secreto de unas Navidades más humanas se guarda en los pueblos

Ribera del Duero

La Navidad vuelve a imprimir dinamismo a nuestros pueblos. Y es una tendencia al alza: cada vez más personas están reencontrando unas navidades más humanas, más cercanas y más conscientes volviendo a sus pueblos o programando encuentros familiares o de amigos en alojamientos rurales. Las claves (el secreto) de este fenómeno han sido analizadas en la tertulia Al Abrigaño de Radio Aranda por Aurora Lázaro y Manu Cereijo. Ambos han destacado que los pueblos ofrecen una forma diferente —y muy valiosa— de celebrar y que comienza desde el puente de diciembre que acaba de celebrarse y en el que en la Ribera se han celebrado mercadillos solidarios, conciertos, actividades tradicionales y ha sido aprovechado por muchos pueblos para ambientar y ornamentar sus calles. Todo ello impulsado mayoritariamente por asociaciones locales y un ambiente que invita a participar, no solo a mirar. Un modelo que se apoya en lo comunitario y en la cercanía, elementos que definen la experiencia navideña rural.

Las casas rurales, que llevan semanas rozando el lleno, son un buen termómetro: cada vez más familias y grupos eligen pasar las fiestas en entornos donde el ritmo es más humano y la naturaleza está presente en lo cotidiano. En los pueblos, recordaban Aurora y Manu, las relaciones son más cercanas y la convivencia más sencilla, lo que convierte la Navidad en una oportunidad para reconectar con los demás y con el territorio.

Manu Cereijo quiso hacer hincapié también en el tema de la salud mental, favorecida por el clima de mayor calma que se vive en el medio rural, así como la cercanía y calidez de los lazos comunitarios. Frente a la idea extendida de que el campo es sinónimo de aislamiento, nuestros colaboradores subrayaron que la vida rural ofrece una red social viva, participativa y acogedora. La interacción diaria, la implicación en actividades locales y la sensación de pertenencia se vuelven especialmente importantes en estas fechas, un fenómeno que viven desde el primer momento quienes acuden a los pueblos a pasar unos días y que, como subraya Aurora Lázaro, se sienten acogidos e integrados en el ritmo del pueblo desde el primer momento.

En definitiva, el atractivo del medio rural para disfrutar las Navidades no es superficial, porque se basa en valores compartidos y muy arraigados, y que se viven con autenticidad, desde celebraciones más sostenibles y coherentes con el entorno y mayor facilidad para las relaciones personales. El secreto de unas navidades más humanas, está en ritmos más pausados, entornos cálidos que potencian los lazos de afectos, un entorno natural que se tiene en cuenta y actividades que unen a vecinos y visitantes. Una forma de celebrar que pone por delante lo esencial.