Ribera del Duero: un territorio que se cuenta a través del vino

Aranda de Duero

Hablar de la Ruta del Vino Ribera del Duero es hablar de un territorio que ha aprendido a narrarse a sí mismo a través del vino. Así lo transmitió Miguel Ángel Gayubo, presidente de la Ruta, en su reciente intervención en un programa de la Cadena SER, donde puso palabras a una realidad que se siente antes de explicarse: “la Ribera del Duero como un lugar vivo, auténtico y profundamente humano”.

Durante la conversación, Gayubo compartió el orgullo “de ver cómo este proyecto colectivo ha logrado transformar el paisaje y la vida de sus pueblos". "La Ribera ya no es solo una tierra de viñedos, sino un destino que invita a detenerse, a mirar despacio y a descubrir una forma de viajar que conecta con las raíces. En un tiempo marcado por la prisa y la masificación, el enoturismo se presenta como una alternativa serena, capaz de desestacionalizar el turismo y de ofrecer experiencias con sentido durante todo el año”, comenta.

El vino, en la Ribera del Duero, es mucho más que un producto. Es el hilo que ha cosido generaciones, el motivo por el que muchos pueblos siguen latiendo. Gracias al impulso del enoturismo, la comarca ha encontrado “nuevas oportunidades para fijar población y para que surjan proyectos de calidad que devuelven vida a calles, plazas y negocios”. No es casualidad que la Ruta del Vino Ribera del Duero se haya convertido en la segunda más visitada de España: quien llega, siente el deseo de volver.

El visitante también ha cambiado. Hoy llega con curiosidad, con ganas de aprender y de vivir experiencias únicas. Busca comprender el proceso del vino, caminar entre viñedos, escuchar historias contadas en bodegas centenarias y sentarse a la mesa para saborear una gastronomía que habla del territorio. La Ruta ha sabido abrirse a ese nuevo viajero, ofreciendo propuestas que combinan naturaleza, historia y cultura, y que convierten la Ribera en un destino ideal para compartir en familia, también en fechas tan especiales como la Navidad.

La cultura del vino se despliega aquí en cada rincón: castillos que vigilan el horizonte, bodegas subterráneas que guardan silencio y memoria, museos que narran el pasado y pueblos que conservan el orgullo de lo heredado. Según Gayubo “todo forma parte de una experiencia que va más allá de la visita y que se apoya en la calidad del servicio y en la formación constante de quienes reciben al viajero con cercanía y profesionalidad”.

Mirando al futuro, Gayubo insistió en la importancia de seguir caminando juntos. La fortaleza de la Ruta del Vino Ribera del Duero reside “en la unión entre bodegas, restaurantes, alojamientos y administraciones, una colaboración imprescindible para avanzar en sostenibilidad, aprovechar los fondos europeos y seguir creciendo sin perder la esencia”.

La mirada también se dirige más allá de nuestras fronteras. Darse a conocer en otros mercados, compartir camino con otras rutas del vino de Castilla y León y mostrar al mundo la singularidad de la Ribera del Duero son pasos necesarios para que esta historia siga escribiéndose.

Y una reflexión final de Miguel Ángel Gayubo. “El verdadero valor de la Ribera del Duero está en su patrimonio, en su gente y en la capacidad de cuidar lo que se ha construido entre todos. La Ruta del Vino es hoy un ejemplo de cómo el compromiso colectivo puede transformar un territorio sin renunciar a su identidad, invitando al viajero a formar parte de una experiencia que se recuerda mucho después de regresar a casa”.

La entrevista al completo puede reproducirse en el audio superior.