Encuestas. ERC se mantiene, Junts baja
Dudas Razonables, el comentario de Josep Cuní
Encuestas. ERC se mantiene y Junts baja
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Barcelona
Si hoy hubiera elecciones para el Parlament de Catalunya las ganarían los socialistas. Y siendo esta una noticia destacable, es más relevante advertir que si hoy hubiera elecciones para el Parlament de Catalunya, el bloque independentista podría no alcanzar la mayoría absoluta de la que goza desde hace años. Así lo decía la encuesta de La Vanguardia de ayer que coincidía grosso modo con la de la propia Generalitat de hace un mes. Mucho antes, entonces, del escándalo Catalan Gate cutos estertores que parece que tampoco han venido en apoyo de los partidos secesionistas. Porque ahora, 3 semanas después que trascendiera, de haber cita con las urnas, solo la CUP sumaria 1 diputado que de poco le valdría si Junts perdiera 7 y Esquerra se mantuviera en los 33 que tuvo hace más de un año.
El tiempo que ha servido para evidenciar que su apuesta por el diálogo no le castiga y que, en cambio, la permanente indefinición de Junts cuando no su reclamo de cuanto peor mejor, no parece merecer el apoyo masivo de la ciudadanía que sigue apostando por un govern que le entienda y que resuelva sus problemas cotidianos. Y al no suceder es cuando el 61% concluye que la Generalitat se muestra incapaz de unir a los catalanes, un 55% que el president Aragonès no está por la labor que ocupa a la ciudadanía de la que solo 1 de cada tres encuestados considera que su acción es motivo de aprobación.
La duda razonable es que si ni siquiera en pleno escándalo de espías y espiados que más de la mitad de los preguntados condena, por supuesto, el independentismo suma apoyos, debe ser porque su capacidad de administrar el mientras tanto no es percibida tan positivamente como ellos mismos creen y por lo que dicen que trabajan. Quizás porque la vida de sus respectivos partidos ofrece unas discusiones permanentes que alejan al govern del interés ciudadano a pesar del esfuerzo que hace para distanciarse de ello. Quizás.
O puede que sea el marco de las preocupantes nuevas relaciones internacionales el que cause desasosiego si en ellas se relaciona a Carles Puigdemont con los rusos que llegaron a sentarse para hablar con él en la misma Casa dels Canonges el día antes de la proclamación de la no nata independencia del año 17. Porque esto es lo que también hemos sabido en medio de tanto escándalo y que, quizás, por eso mismo, se ha querido que pasara desapercibido aquello de lo que el mismo Puigdemont ha acabado admitiendo, aunque con los matices propios de ni creerse la oferta ni entenderse con los viajantes. Pero el vínculo existió. Y la promesa de los 10.000 soldados. Y todo aquello que fue motivo de chanzas y bromas que intentaron desacreditarlo cuando trascendió. En cualquier caso, las cosas empiezan a aparentar como son, a diferencia de la realidad virtual que durante demasiado tiempo ha querido imponerse. Y es que, tarde o temprano, el realismo demuestra su tozudez