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¿El PSOE tiene asumido que buena parte de su éxito español depende de sus resultados en Catalunya?

Dudas Razonables, el comentario de Josep Cuní

¿El PSOE tiene asumido que buena parte de su éxito español depende de sus resultados en Catalunya?

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Barcelona

El mismo día que Pedro Sánchez celebraba con su grupo parlamentario el cuarto aniversario de su llegada a Moncloa, el PP y Ciudadanos presentaban un recurso a la Fiscalía catalana contra el decreto sobre la inmersión lingüística del Gobierno de la Generalitat. También lo hacía VOX, todos por separado. Detrás de las bambalinas, no obstante, se movía una alianza, como explica hoy el Periódico de Catalunya, entre Núñez Feijóo e Inés Arrimadas para llevarlo todo al Tribunal Constitucional, teniendo en cuenta que se necesitan más de 50 diputados para impulsar un recurso de estas características que Ciudadanos, que es quien lo quiere, no tiene. Más allá que el PP vea detrás de esta alianza puntual la manera de acabar definitivamente con Ciudadanos, a quien todas las encuestas dibujan al límite del abismo electoral en cualquier ámbito.

Las palabras de Núñez Feijóo, incidiendo en el rol que su partido inició hace cuatro años y que ha llevado a generar una imagen general de Pedro Sánchez, descaradamente interesada y totalmente personalista, de la que se desprende que todo lo que hace y todo lo que mueve sólo es para mantenerse en el poder. Y esa imagen ha cuajado hasta el punto de que el propio presidente español ayer hizo referencia en su encuentro parlamentario.

Pasa, no obstante, que aquella oposición que siempre le ha presentado absurdamente como un presidente ilegítimo, se ha podido apoyar en las constantes divergencias tanto de Pedro Sánchez con sus socios, los socios de Gobierno, como también con sus aliados parlamentarios, que le facilitaron destronar a Mariano Rajoy a través de la tan comentada moción de censura que ayer celebraba su cuarto aniversario. ¿Y una parte de aquellos desencuentros? Una parte, sí. También tienen que ver con la estrategia de Moncloa de vender una imagen sólida de una coalición que no lo es, un liderazgo potente de quien no tiene mayoría. Y un ejercicio personal y reto de quien necesita muletas parlamentarias. Se ha dicho que por razones generacionales, pero también de venganza por todo lo que internamente el shock histórico le infligió a Pedro Sánchez.

Su referente ha sido más Zapatero que González, con quien parece haberse reconciliado por hastío de discordias y a beneficio de la familia socialista. Si es así, le convendría aprender de los errores de su antecesor con Cataluña, después ampliados y desorbitados por el tándem Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, que llevaron las cosas hasta uno de los extremos más trágicos de la unidad española. Eso no justifica, por supuesto, el inmenso error independentista que ahora se va aceptando y se quiere paliar. Pero sí que explica por lo que hace referencia a Cataluña como con las cosas de comer no debería jugarse. Y si no, que miren como ha ido quedando. Y cómo auguran las encuestas que van a quedar los partidos de la derecha permanentemente enfadada, que han hecho olvidar que Ciudadanos ganó las elecciones al Parlamento de Cataluña en el 2017 y que ahora, cinco años después, es presentada como una formación que puede quedar fuera de la Cámara.

¿Y qué decir del Partido Popular, que ha sido testimonial hasta ahora? La duda razonable es, pues si el PSOE tiene asumido que buena parte de su éxito español depende también de sus buenos resultados catalanes, porque es con Cataluña al lado que Sánchez pudo llegar a Moncloa, sea con los votos directos del importante PSC, sea con los que le ayudaron, preferentemente de Esquerra.

Por eso sorprende el enfriamiento de las relaciones en la ausencia de reuniones de la mesa de diálogo, del encuentro comprometido con el propio presidente de la Generalidad por el espionaje, en la flagrante falta de cumplimiento de las inversiones logísticas y aprobadas en Cataluña y además, en contraste con Madrid. Y, por si fuera poco, una tendencia a dejar sin argumentos la apuesta de izquierda de Esquerra Republicana para una etapa que Cataluña ha encarrilado y que todavía necesita para desentumecer la inflamación independentista que, además, tanto potencia el cainismo de este mismo sector

 
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