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HOY POR HOY Especial desde Barcelona por el Congreso Internacional de la Radio

Opinión

¿En otoño llegará la explosión social todavía contenida?

'Dudas Razonables' el comentario de Josep Cuní

Barcelona

Andalucia cierra hoy su campaña electoral con menos euforia de la esperada y con más incertidumbre que la deseada. Y no por los resultados que parecen cantados excepto en los límites de la victoria de Juanma Moreno Bonilla, sino por la abstención habitual que en los anteriores comicios superó el 40% y los muchos indecisos que, según las encuestas, no se han movido del 30%.

Ante este panorama, hablar del calor como elemento desmovilizador equivale a ponerse la venda antes que la herida. No será que en Andalucía los termómetros no estén acostumbrados a las altas temperaturas, incluso fuera del pico del verano. ampoco será que cuando la sociedad se ha visto motivada no haya dejado a un lado los tópicos meteorológicos. Incluidos fría y lluvia.

Sucede, no obstante, que los partidos políticos son conscientes de lo que han creado pero incapaces de reconducirlo. Y en estas, la izquierda es especialmente responsable porque siempre se ha presentado como el revulsivo que hoy en Andalucía ya no es. Porque los socialistas han gobernado demasiado tiempo, 40 años, sin que nadie les tosiera. Porque a Unidas Podemos le ha faltado tiempo para emprender la típica escisión de toda formación esencialista y porque el candidato a la reelección no provoca rechazo. Apenas ha tocado nada de lo fundamental esgrimido por el PSOE, no ha cometido grandes errores y tampoco se le pueden atribuir grandes aciertos. Ha protagonizado una transición de izquierda a derecha que, cuatro años después, es vista como un camino tranquilo en el que ha dominado el principio lampedusiano de que, al final del camino aparente, poco ha cambiado.

Y esta es la clave que busca el PP para encararse electoralmente a Pedro Sánchez pensando en la Moncloa en un momento en el que algunos errores del Presidente han prendido en el fuego encendido por sus opositores. Y aunque todo ello provoque un gran tedio en la ciudadanía, no evita mantener una corriente de opinión favorable al cambio que tiene ya en la inflación su gran balón de oxígeno. Y como las circunstancias globales nos llevan de nuevo a confrontar ideales económicos con sus respectivos modelos, la duda razonable es si todo lo que hoy muestra nerviosismo, sin pasar a más, en otoño provocará la explosión social todavía contenida.