La Universidad de Barcelona investiga la muerte de un científico que estudiaba una enfermedad contagiosa letal

Guardaba muestras no autorizadas de Creutzfeldt-Jakob en el congelador de su laboratorio, en la Universidad de Barcelona

Investigan la muerte de un científico que trabajaba en un laboratorio

Investigan la muerte de un científico que trabajaba en un laboratorio

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La Universidad de Barcelona abrió hace tres meses una investigación interna para aclarar las causas de la muerte de un científico que estudiaba la enfermedad neurodegenerativa de Creutzfeldt-Jakob y que tenía en el congelador de su laboratorio miles de muestras no autorizadas, según explica El País. El hombre, de 45 años, murió el año pasado con síntomas compatibles con esta patología parecida a la de las vacas locas. Trabajaba como bioquímico en el centro IDIBELL, que también se ha sumado a la investigación, junto con el consorcio público CIBER.

El científico empezó a encontrarse mal en noviembre de 2020 y pidió la baja. Un mes después, de manera fortuita, se descubrieron muestras sospechosas de líquido cefalorraquídeo de personas con la enfermedad de Creutzfeld-Jakob y otras demencias neurodegenerativas, según la documentación a la que ha tenido acceso El País. Ninguna tenía registro de entrada en su laboratorio de la Facultad de Medicina, en L'Hospitalet de Llobregat, que no estaba preparado para tratar estos elementos de alto riesgo biológico. Según las fuentes del rotativo, se tendrían que haber llevado a las instalaciones de Bellaterra, pero había que esperar turno para poder guardar este material.

Pruebas médicas y apoyo psicológico

La Universidad cerró y descontaminó el laboratorio de inmediato. Según un comunicado del IDIBELL, las muestras fueron enviadas a unas instalaciones de máxima seguridad y hasta marzo de 2023 no se confirmó que eran infecciosas. En el mismo comunicado, aseguran que el centro ofreció al resto de usuarios del laboratorio de la UB la realización de pruebas médicas y apoyo psicológico. De hecho, destaca El País que hay mucha preocupación entre los profesionales que compartían esta instalación porque no saben a qué nivel de riesgo han sido expuestos y les queda la duda de si, dentro de unos años, podrían llegar a presentar síntomas como una rápida demencia o la rigidez muscular. Esta enfermedad neurodegenerativa se incuba en silencio durante tiempo, pero la esperanza de vida después del diagnóstico es de seis meses.

 
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