Tribunales

Los presos con delitos de sangre podrán volver a las cocinas de las cárceles catalanas con la nueva normativa

El Govern ha distribuido una circular que define qué presos pueden trabajar en los centros penitenciarios y endurece los requisitos para los internos destinados a los empleos más peligrosos, pero no discrimina por tipo de delito

Dos treballadors de Mas d'Enric penjant una pancarta i una rosa a les portes del centre penitenciari

Dos treballadors de Mas d'Enric penjant una pancarta i una rosa a les portes del centre penitenciari

Dos treballadors de Mas d'Enric penjant una pancarta i una rosa a les portes del centre penitenciari

Barcelona

Medio año después del asesinato de la cocinera de la prisión de Mas d'Enric (Tarragona) a manos de un preso condenado por asesinato que trabajaba con ella, el Departamento de Justicia ha redactado y emitido una nueva normativa que, según ha podido saber SER CATALUÑA, define qué internos pueden trabajar en los centros penitenciarios y bajo qué criterios de seguridad. La nueva circular define, por primera vez, los empleos más peligrosos de las prisiones: los talleres industriales, la cocina, la panadería, la lavandería o los servicios de mantenimiento y jardinería, donde se utilizan objetos punzantes. El documento no veta los internos por tipos de delito, sino por su comportamiento. De forma que, si la nueva conselleria no introduce cambios de última hora, a partir de octubre los internos con delitos de sangre que tengan un buen expediente penitenciario podrán volver a trabajar a las cocinas de las prisiones catalanas.

Esto después de que en los últimos meses varias prisiones, entre ellas esta misma semana la prisión de Ponent, en Lleida, hayan echado de la cocina a internos que cumplían condena por delitos de sangre. A partir de octubre, esos internos podrán volver a sus empleos en la cocina o otros destinos peligrosos si cumplen los nuevos criterios: no tener un trastorno mental activo, no haber sido expedientado en los últimos tres meses y contar con la capacitación necesaria para el lugar de trabajo.

En los casos de los lugares de trabajo de más riesgo para la seguridad, los requisitos se endurecen. Para trabajar en la cocina de una prisión u otro lugar sensible hará falta que haber transcurrido al menos el último año sin ningún expediente disciplinario y, por lo tanto, sin haber participado o protagonizado un incidente. Además del equipo multidisciplinario (formado por juristas, educadores y personal de tratamiento) deberá consultar también al responsable del taller y a los funcionarios de la Unidad de Seguridad Interior para que también den su visto bueno.

Los presos que quieran acceder a estas posiciones también deberán cumplir los programas de tratamiento, "especialmente aquellos dirigidos a reducir el riesgo de conductas violentas", define el documento. Los internos candidatos tampoco podrán tener un "riesgo de reincidencia delictiva violenta alto". Si el interno que ha accedido a la cocina (u otros lugares de riesgo) es sancionado, enviado aislamiento (en primer grado penitenciario) o está más de dos meses sin pagar la indemnización a la víctima (en caso de que lo marque la sentencia) será despedido de este destino laboral.

El nuevo Govern revisará la normativa antes de entrar en vigor en octubre

La circular, a la que ha tenido acceso SER CATALUÑA, fue impulsada y redactada por el anterior equipo de Justicia, con la exconsellera Gemma Ubasart al frente, y pretende actualizar y complementar una normativa de 2002 que había quedado desfasada como puso en evidencia el crimen de Núria López. "La evolución de la política penitenciaria y los cambios en la gestión de los centros han determinado que las personas internas asuman determinados servicios auxiliares de los centros penitenciarios en régimen laboral y las experiencias vividas han motivado la necesidad de revisar los requerimientos de seguridad", asegura el preámbulo del texto, en alusión al asesinato de la Nuria López a la cocina de la prisión de Tarragona el pasado 13 de marzo.

La actual conselleria de Justicia, comandada por Ramón Espadaler, asegura a esta emisora que están estudiando la circular para valorar si "es susceptible de mejorar o de introducir cambios", dado que tienen casi un mes de margen hasta su entrada en vigor el 1 de octubre. Aun así, según varias fuentes penitenciarias, la circular ya se ha distribuido en las prisiones porque los centros la revisen, se adapten o formulen las dudas al respeto. El nuevo documento toma como base la normativa que redactó Gemma Torres, Subdirectora general de Programas de Rehabilitación, cuando dirigía las prisiones de Brians 1 y Brians 2, los únicos centros penitenciarios con una normativa desplegada.

De la cerrajería a la peluquería: la circular clasifica los trabajos por riesgo

La nueva normativa establece los "criterios de actuación y el procedimiento que tienen que seguir los profesionales penitenciarios para gestionar el acceso de personas internas a los puestos de trabajo" de las prisiones. Estos trabajos van desde talleres de artes gráficas, confección, serigrafía, soldadura o carpintería; a servicios de restauración tales como cafetería, cocina o panadería; además de otros servicios como la lavandería, el almacén o la tienda, la biblioteca, la escuela, la peluquería o los servicios de limpieza y jardinería.

Por primera vez, la normativa estipula cuáles son los puestos de trabajo "considerados de especial riesgo para la seguridad" y les atribuye unos requisitos más exigentes para acceder. Se trata de los talleres productivos industriales más peligrosos que definirá la dirección de cada prisión. En general, según fuentes penitenciarias, se trata de los talleres de confección, cerrajería, carpintería o montaje, donde se utilizan herramientas peligrosas, contundentes o afiladas. Entre los lugares de más riesgo se encuentra también la cocina, la panadería, la lavandería central y las tiendas, así como los puestos de trabajo vinculados en los suministros (almacenes, área de servicios, mantenimiento o jardinería).

Solo Mas de Enric había actualizado su normativa para definir limitaciones laborales por razón de riesgo. En el resto de centros penitenciarios, hasta ahora, se aplicaban criterios subjetivos no protocolizados que, según fuentes penitenciarias, respondían "al sentido común". "Nunca pondríamos un interno con una condena larga en el exterior a cuidar y limpiar la entrada de una prisión, no sea que huya", pone de ejemplo un mando de una cárcel catalana. A partir de ahora, la elección se hará por orden de puntuación en la lista de candidatos. El documento atribuye una serie de puntos a varias circunstancias o aptitudes, como la experiencia laboral, el buen trato, la higiene personal, los ingresos, el tipo de condena o la necesidad de socialización, entre otros muchos. Un pedagogo se encargará de velar por el cumplimiento de esta normativa y actualizar la lista de candidatos y los puntos asociados.

Los internos con delitos de sangre, a menudo, los más útiles en empleos sensibles

No son pocos los funcionarios que admiten a la SER que, pese a la peligrosidad de los perfiles con delitos de sangre, estas personas son a menudo los perfiles más útiles en los talleres o empleos sensibles como la cocina. Varios funcionarios con muchos años de experiencia relatan que perfiles narcisistas, antisociales o con rasgos psicopáticos pueden ser grandes trabajadores. "Suelen ser perfiles narcisistas, asociales, pero tienen buen comportamiento, son ordenados, trabajadores, inteligentes y fríos, algo que gusta mucho a los funcionarios y al CIRE (Centro de Iniciativas para la Reinserción)", cuenta un psicólogo de una de las cárceles más grandes de Cataluña. "Muchos agresores sexuales o asesinos tienen este perfil que es muy útil: no molestan, son líderes de equipos, son trabajadores, hacen las cosas bien porque son inteligentes y les gusta gustar pero sin invadir espacios", admite otro mando de otra prisión.

 
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