Así son los riders que contratará Glovo: inmigrantes, recién llegados a España y viviendo en la extrema precariedad
2 de cada 3 repartidores han nacido fuera de España, y el modelo de falsos autónomos ha derivado en un realquiler de cuentas: hay riders subcontratando su propio usuario
El perfil de los repartidores de Glovo
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Barcelona
" Caí de la bici y me rompí la mano izquierda. El titular de la cuenta me despedirá si no trabajo, y no sé cómo pagar el alquiler de la habitación". Es el testimonio de Obaid, un tunecino de 22 años que por las mañanas estudia en la universidad y por las noches se dedica a hacer repartos a domicilio por Barcelona. No tiene permiso de trabajo y paga dinero a un rider de Glovo para poder explotar su usuario. "El 60% de los ingresos son para mí, el resto para el titular de la cuenta", cuenta a la SER. Habitualmente se lleva entre 30 y 50 euros al día. "Es un trabajo de mierda", concluye con resignación.
Como Obaid, cada noche un grupo de chavales y hombres se junta alrededor de las tiendas de comida rápida que hay en la zona de Sagrada Família. Cargan sus mochilas, que son como un gran cubo amarillo, y cada uno va con su bici o su patinete. Llevarán la cena a alguna casa más o menos cercana. Si llueve cobrarán un poco más. Si rechazan pedidos, el aloritmo les castiga. Si trabajan rápido, tienen premio. Son riders de Glovo. Y según datos de la propia empresa, a los que ha accedido la SER, dos de cada tres son inmigrantes.
El peso de los trabajadores nacidos fuera de España es menor en las empresas del mismo sector que sí tienen asalariados. En JustEat España, por ejemplo, son el 40%, en contraste con el 65% de Glovo.
Glovo se compromete a contratar a los falsos autónomos
Hoy mismo, la startup catalana ha asegurado que va a comenzar a operar en España con trabajadores, y no con falsos autónomos, como venía haciendo hasta ahora. Un anuncio que llega justo el día antes de que su fundador y CEO, Oscar Pierre, declare ante los juzgados por una de las causas que tiene abiertas, precisamente, en relación a este modelo empresarial. Está citado por la causa abierta en el juzgado de instrucción 31 de Barcelona, después que la Fiscalía se querellara contra él por un delito contra los trabajadores, amparándose en un informe de inspección de trabajo.
El 2020, una demanda laboral de distintos repartidores acabó en el Tribunal SUpremo, que determinó que eran falsos autónomos y obligó a la startup a contratarlos. Aquella sentencia propició la aprobación de la Ley Rider, que forzó la contractación de los riders. Desde entonces, juzgados de todo el estado han resuelto demandas con sentencias que obligan a la contratación.
Glovo asegura que lleva meses preparando el lanzamiento del nuevo modelo, que se aplicará a las más de 900 ciudades españolas en las que Glovo opera en la actualidad, y que tendría un impacto de unos 100 millones de euros sobre el resultado bruto de explotación del ejercicio fiscal 2025.
Cuentas realquiladas y desprotección de los riders
Más allá de las estadísticas oficiales, también hay muchas personas extranjeras que tienen que alquilar una cuenta a otro rider, la única forma que tienen de ganar dinero al no tener permiso de trabajo. "Cuando vives en un sitio donde hay personas consideradas ilegales, lo que hacen las empresas de reparto es dar una oportunidad de sobrevivir", lamenta Núria Soto, portavoz del sindicato Riders x Derechos. "El problema es que les permiten sobrevivir a cambio de reunciar a sus derechos laborales".
"Llegué a España y en seguida empecé como repartidos. Es el único trabajo que hay para personas indocumentadas" señala Jeffrey, nacido en Colombia, que está esperano los trámites para regularizar su situación. "Me paso 10 o 11 horas al día en la calle, y si paro un dia, la semana se va al traste. Necesito el dinero", asegura.
Leo tiene 21 años, nació en Venezuela, y está a punto de ser padre. "No tengo papeles, pero no me gusta estar en casa sin hacer nada", nos cuenta en las puertas de una conocida cadena de hamburguesas. "Prefiero trabajar sin papeles que robar o dedicarme a hacer daño a otras personas", nos relata. "Trabajo como ilegal, pero soy honrado", reivindica. Antes de salir disparado a un reparto, explica que cuando nazca su hija podrá permitirse dejar de trabajar "una o dos semanas" como máximo. Sube a su patinete y va a por la comida que alguien ha pedido por el móvil, seguramente tumbado en su sofá.